Póngase usted en el contexto: El ser despreciable que unos meses antes había violado a su hija en un callejón oscuro por todos los orificios de su cuerpecito de trece años, drogado y borracho, para después regalarle la muerte más terrible por ahogamiento, lo tiene atado en una silla en el sótano de su casa, sin más qué hacer que disfrutar con su sufrimiento. Llamémoslo una venganza merecida.
Hasta aquí todo claro. ¿Quién no mataría a ese ser infame? Aunque únicamente sea para que no vuelva hacerlo con otra niña.
No preguntaré si eso te convierte en un asesino o no. Me da lo mismo. Hay quién nunca debería haber existido. Me da igual que sea por enfermedad, problemas de desarrollo o porque es un psicópata pederasta hijo de la gran puta, aunque quizás su madre no tenga la culpa. La cuestión es, hay dos tipos de persona: Quién escondería las pruebas y el delito o quién se entregaría después de hacerlo. Dentro de estos grupos, puede haber una infinidad de subgrupos cómo también, seguramente, hay quien nunca lo hubiera matado. Pero voy a buscar a estos dos puntos de vista. A preguntarme que es mejor, esconder las pruebas y tragarte el sapo aguantando todo el tiempo posible o entregarse y pasar el problema del juicio a otra persona. Que sea él quién te juzgue. El primero claro está tiene el valor o la poca sensatez de juzgarse y darse la razón, excusándose de cualquier culpa, sin ninguna duda y creyendo que lo hecho es un bien necesario. Al segundo le pasa lo contrario, después de hacerlo la duda le atormenta tanto la moral que no puede más que huir del silencio y explicarlo. Le da lo mismo de qué le acusen, únicamente no puede soportar las voces de su ética.
¿Qué camino elegiría yo? Es una buena pregunta con una respuesta que espero no tener que descubrir.
domingo, 25 de noviembre de 2018
miércoles, 21 de noviembre de 2018
Del Cristo
Puedo prometer que lo intento joder. Lo he intentado una y
mil veces. De tantas formas distintas que incluso algunas hasta me han gustado,
y mira que no he sido nunca muy de ídolos ni superhéroes.
Me ha acabado gustando su arquitectura, su música, su
discurso en algunas ocasiones. Sus ropajes, su orden, su clasicismo, podría decir
que hasta su historia y su persona. Y eso que crecí en un colegio de curas que no ayuda mucho. Pero no hay manera. No sé, algo me da
grima, no sé si es la paloma, el espíritu santo, la eternidad, la virgen,
judas, la resurrección, la cruz o la santísima trinidad. Será porque soy un
miedoso y cómo mi conducta de católico deja mucho que desear, me da cague pensar que me voy a pasar en el infierno lo perpetuo.
Dios. ¿Quién no quiere ser y estar divino? Es que es más que
rey y mira que esta categoría ya me parece arcaica. Dioses, reyes, dragones… qué sé yo. ¿No supera
la realidad a la ficción? En qué mundo vivimos y luego, castigan a cualquier
pobre por robar un salchichón (cómo me gusta esta palabra) a cualquier de esos
que viven en el Olimpo. Y porque no nos pueden hacer pagar la salud ni la
felicidad ¿Cómo hay dios que no habría tantos pobres?
Prometo que me gusta el canto gregoriano, las catedrales,
las túnicas, alguna misa, su conducta (los que la cumplen), su marketing es para
estudiar; el único negocio de dos mil años, y qué decir del relato… ¡Qué novela!
Pero con la religiones, no puedo. Supongo, que ellas conmigo tampoco.
¡Joder! Es muy difícil no tener a nadie a quién pedir ni culpar
¡Joder! Es muy difícil no tener a nadie a quién pedir ni culpar
sábado, 17 de noviembre de 2018
Vida fantasma
Media noche. ¿Qué coño es media noche? Las doce es media
noche si oscurece a las diez. Sentados en un rincón de un bar oscuro. Hora concreta
la desconozco, cómo desconozco cuantas cervezas hemos tomado. Una charla cara a
cara con un amigo que lleva tanto tiempo soltero que ya no recuerda los
inconvenientes de la vida en pareja y por eso, lo desea con un afán casi de
necesidad.
-¡Estoy harto de casadas con hijos!- Me suelta.
-¿Por?- Pregunto.
-Anteponen siempre la felicidad o lo creen ellas que es la
felicidad de sus hijos a la suya, y así, no hay quien avance.-
-¿Y lo encuentras mal?-
-No, para nada, pero sabes lo que busco y con ellas, aunque
se encuentren predispuestas a todo nunca abandonan lo que realmente les
importa, aunque la monotonía haya convertido la vida en pareja en un trastero
donde únicamente haya almacenados un montón de recuerdos, llenos de polvo sin
que ninguno de la pareja, crea necesario desempolvarlo todo y mucho menos
revivirlo.-
-¡Puto polvo! Me da alergia. Siempre me viene la alergia
cuando se trata del polvo. Bien, de según qué polvos…
-A mí, con la edad, también me ha ido cogiendo alergia a
según qué polvos.-
-¿Nos pedimos otra cerveza?-
-¡Claro! Mira esa chica… ¿Perdón tienes hijos?- le dice. La chica
lo mira, lo ignora y el camarero trae la cerveza que acababa de pedir, como
forma de olvido. De la crueldad de la vida para unos y para otros. –Si pudiera, viviría dos vidas. Uno como
fantasma para mil maridos, otra de marido.-
-Las pieles y sus tactos. Cada roce es distinto en cada
cuerpo. Cada beso sabe diferente. Cada dolor, cada herida, cada tatuaje. Cada olvido.-
-¡Jajajaja ya vas borracho!
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