Póngase usted en el contexto: El ser despreciable que unos meses antes había violado a su hija en un callejón oscuro por todos los orificios de su cuerpecito de trece años, drogado y borracho, para después regalarle la muerte más terrible por ahogamiento, lo tiene atado en una silla en el sótano de su casa, sin más qué hacer que disfrutar con su sufrimiento. Llamémoslo una venganza merecida.
Hasta aquí todo claro. ¿Quién no mataría a ese ser infame? Aunque únicamente sea para que no vuelva hacerlo con otra niña.
No preguntaré si eso te convierte en un asesino o no. Me da lo mismo. Hay quién nunca debería haber existido. Me da igual que sea por enfermedad, problemas de desarrollo o porque es un psicópata pederasta hijo de la gran puta, aunque quizás su madre no tenga la culpa. La cuestión es, hay dos tipos de persona: Quién escondería las pruebas y el delito o quién se entregaría después de hacerlo. Dentro de estos grupos, puede haber una infinidad de subgrupos cómo también, seguramente, hay quien nunca lo hubiera matado. Pero voy a buscar a estos dos puntos de vista. A preguntarme que es mejor, esconder las pruebas y tragarte el sapo aguantando todo el tiempo posible o entregarse y pasar el problema del juicio a otra persona. Que sea él quién te juzgue. El primero claro está tiene el valor o la poca sensatez de juzgarse y darse la razón, excusándose de cualquier culpa, sin ninguna duda y creyendo que lo hecho es un bien necesario. Al segundo le pasa lo contrario, después de hacerlo la duda le atormenta tanto la moral que no puede más que huir del silencio y explicarlo. Le da lo mismo de qué le acusen, únicamente no puede soportar las voces de su ética.
¿Qué camino elegiría yo? Es una buena pregunta con una respuesta que espero no tener que descubrir.
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