jueves, 15 de mayo de 2008
El error del horror.
Ahorrarnos las palabras es un error, si se pueden decir palabras, a este seguido de letras que describen este calvario, que escupen con cada atentado los asesinos, sin motivos. Una muerte más, una lagrima más en un millón de mejillas, una despedida sin pañuelo, si no es de luto, una bomba más se filtra en la sociedad, que no sueña con matar y mucho menos asesinar por, aunque increíble que parezca, libertad. Libertad de un territorio, que la mayoría de estos descerebrados, no sabrían decirnos donde empieza, ni donde termina, el miedo es su forma de hacer política, y las bombas su forma de convencer, y creen que el silencio es un voto a su favor, comprado con horror. Sueños rotos, de eso se llenan la boca, del desamor que encuentran en su país, por culpa de una adultero más poderoso, que desde Madrid les hace prisioneros de una celda, llamada comunidad autónoma. Los sueños rotos son los que tendrán que soñar todas las noches las victimas no muertas pero moribundas, sueños rotos de futuro que como los que sufrirán la viuda del ultimo cadáver, o el hijo, o los familiares de los ya más 800 asesinados de esta lucha inventada, por esta falsa entifada, sedientos de sangre. Tiempo suficiente, con más de treinta años, han tenido, para darse cuenta, que no es la mejor forma de convencer, a su pueblo oprimido, por ellos mismos. Exceso de banalidad o de cotidianidad, en sus actos para no decir adiós a las armas, a las bombas, y sobre todo a las muertes, debe ser la razón de su triste continuidad, por la senda del asesino, sin excusa, ni derecho. No, no nos ahorremos palabras, que ellos tampoco se ahorran motivos en forma de excusa gris, para matar.
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