Dejas tu vida y tu familia,
Por esta dura huida, en busca de comida,
Y te sentirás rechazado,
Como buen, recién llegado.
Morir por no intentarlo, o morir intentándolo,
No por tu vida ya vivida, sino por la suya,
Sacándoles de está fría rutina,
Que se ha pegado a tu vida,
La del hambre y la sed, la del no querer conocer,
El mañana, por miedo a que sea peor que el hoy,
Y sin camino a elegir dices me voy.
Y miras al cielo, estando a ras de suelo,
Con el vértigo, de quien mira desde el infierno,
Solo y sin el resto de tu cuerpo,
Sin tan siquiera mirar al espejo, los veinte i tantos años,
Que dejas atrás, en ese pueblo polvoriento,
Donde están tus niños y tu mujer,
Que mañana si va bien,
Vendrán a resucitar, en ese nuevo lugar,
Donde la esperanza, es la que solo os llama,
No el turismo e inocentes,
Pareceréis personas ausentes, entre esa gente,
Cobardes de conoceros, y aunque no todos ellos,
Se os odiará solo por ser extranjeros,
Insensatez del autóctono, que no habla con vosotros,
Por tener cerrado el corazón, a causa de su sin razón,
No sois de los suyos.
Familia errante, sois el inmigrante,
Pecado de esté futuro,
Que amenazáis con robarles, lugar en los matorrales,
Donde uno se pincha el honor…
… y se hiere el corazón.
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