La boda.

Queda un mes y medio para mi boda. Tengo el traje, los zapatos, la camisa, la corbata y todo bastante encarrilado. La novia, mi novia, me parece que lo tiene todo ya casi apunto, incluso las ganas, las ganas de irse de viaje. Pero las preguntas son muchas, y las respuestas inciertas, hasta el día del enlace. Un año y puede que algo más, llevamos ya de nuestro tiempo, dedicado a ese día, preparando toda clase de tonterías necesarias para que todo quede bonito. Buscamos lugar, catering, alquilamos las sillas, las mesas, los tenedores, etc., etc., compramos trajes de novio y de novia, las flores, la música, el regalo humilde que daremos, un presentador (Que es lo que más nos hace dudar, si hemos escogido bien) para la ceremonia, papeles, testigos, y tantos detalles más que no os quiero ni contar. ¡ Ah! Y prepara mesas, que al final igualmente siempre hay quejas por lo bajo, eso si. Y ahora que falta tan poco y todo lo tenemos ya decidido, solo nos queda creer en que los huevos que mi madre depositará a no se que virgen, surjan efecto y no llueva. Porque sino sería injusto (a distinto nivel), pero como una bomba en medio de un proceso de paz. Aunque los terroristas no pueden culpar a Dios, debe ser el único inocente.