Desde el otero donde me encierro,
Por el llano como un daño insano,
Veo pasar el tiempo sin ser dueño,
De lo que obedezco y empeño,
De lo que carezco y extraño.
Y lloro como un niño en vano,
Cansado de que el cielo,
Amanezca perpetuamente azulado,
Deseoso, de morir, e ir a tu lado.
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