La vieja esta, sentada, en esa silla vieja.
Viendo, pasar e l tiempo mísero.
Exhausto de substancia, maldito y tacaño.
Color cenizas el pelo. Pronto de retiro,
Un nido de ciprés.
Después, quien sabe después.
Esa época agotada, le pesa.
Le pesa en el pecho sin derecho.
De niña, el hambre su constante, maldita espina.
De adolescente, asalariada de cualquiera, y aún más pobre.
Mujer casada, madre, esposa, empleada, sin poder ser.
De abuela; niñera, cocinera, limpiadora y de luto inoportuno.
Ahora vieja, solo la muerte, la espera sin pereza.
Besos varios para sentirse aliviados,
De pesos del pasado pesados,
Cuentas pendientes ahora molestias,
Pagadas con besos varios de artesanos del engaño.
Sanguijuelas que viven de las quejas, de la sangre,
Infames seres de la vida vigente sin interés a corresponder.
Tan solo por el placer, de volver a regalar, felicidad.
Y cuando con una brisa, su vida se vaya.
El llanto insano se apoderara del ocaso.
Y esos besos varios, serán odiados.
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