viernes, 16 de abril de 2010

Allí morí.


Demasiados días llevaba borracho en ese maldito barco, para ahora, tener que entrar en combate. Al abordaje gritaba el capitán. Ninguna intención la mía de asaltar el otro buque. El ron que teníamos a bordo, era suficiente, para llegar a puerto sin síntomas de resaca, ni mareo.

Se acercó, el capitán, y me soltó un rollo de diez minutos sobre mi comportamiento y lo que tenía que hacer. Al finalizar, me dijo, ya sabes cuál es tu rol. Yo, con el pedo que llevaba encima, entendí ron. Y me fui a mi botella a seguir bebiendo. En treinta segundos me habían tirado por la borda.

Allí morí.

4 comentarios:

epifanía dijo...

que gracioso!

Juan José Oviedo dijo...

Podría interpretarla de una manera similar a mi último post. ¿Por qué uno no puede ser uno mismo? En este caso, por ejemplo, estás dentro de un barco y éste barco obviamente no te pertenece pero... vivir en países que no tienen dueño sino gobernantes que buscan mantener a sus habitantes dentro de un molde conveniente para su sistema resta una evolución y una riqueza cultural que viene en camino.

Aveces pienso en mis pensamientos y creo que podrían ser retrógrados pero si es que lo son, me alegra que al menos yo los respete. Libertad.

Yo también hubiera preferido morir disfrutando de un buen ron antes que vivir glorioso luego de tomar algo que le CONVIENE a otro, más si ese otro, realmente, no lo merece.

Jou McQueen dijo...

Una teoría muy bien encontrada. Espero que os balanceéis hacía el lado bueno. El del avance. Y es muy bueno que respetes tus propios pensamientos.

Jou McQueen dijo...

epifanía: Gracias.

Juan: Libertad!!!!