Hoy limpiando el garaje, he sentido la sensación de añoranza, de nostalgia. De como cuando un día, el gris de la vida se apodera de ti; por distintas razones, por diferentes destinos y decides, ir al Pub ese que casi ya olvidaste, a tomar algo. A volver a ver la misma gente que siempre ocupa la soledad de su silla.
Te reencuentras, con ellos y con la bebida. Con el whisky en baso de tubo. Sin hielo. A medias, que no parezca lleno, ni vacío. Con el pitillo pegado a tu mano, uno detrás de otro, con la boca seca otra vez. Con otro tubo. Con el lavabo. Con la sonrisa tonta, los gestos descontrolados, las palabras embrolladas y la violencia a flor de piel. Con esa rutina sucia y pegajosa. Y de repente, con ella. Esa vieja novia, nunca olvidad, guardada en un rincón de tu cabeza, al que accedes al escapar de la huida. Y cuando caes en ella, como ahora, es, porqué la huida, te sujeta por los huevos, con tal violencia que no puedes más, que dejarte llevar y te trae hasta aquí, con ella. Pides a prisa, dos vasos; uno para olvidar, el otro para recordar. Buscando entre las cenizas alguna brasa, para empezar el mismo fuego. Apagado tantas veces. Volviendo a hablar de todo y de nada. Del pasado y del presente, sobre todo, del pasado, nunca del futuro. Y Ansias encontrar en la moral una grieta para escapar. E intentas deshacerme del yugo que forma la yunta. Cayendo igual que la última vez, de rodillas, en la honestidad de mí persona, por el peso de lo íntegro. Dejando escapar, lo que parece siempre, la misma oportunidad. Como ese sueño repetido cinco noches por semana. En el que despiertas justo, cuando termina lo malo o empieza lo bueno. El mío es: que vuelvo a ser niño y voy, en calzoncillos al colegio, cuando me doy cuenta, ya estoy en medio del patio, luego, empiezo a correr hacía mi casa, y cuando estoy apunto de llegar me despierto. Vaya trauma más tonto, si ahora de mayor, serían las niñas de mi clase las que querrían verme sin ellos. Pero es así, a saber por qué. Y de golpe, te sientes nostálgico del calor de tu casa y vuelves a ella. Sin nada, con todo.
Hoy limpiando el garaje, he sentido la sensación de añoranza, de nostalgia. Cuando al abrir un armario, me he reencontrado con mis viejas botas de fútbol. Llenas de polvo, gastada de marcar goles, con los cordones rotos, duras por el olvido, por la vejez.
5 comentarios:
te dejo un beso.
Lila.
Recibido.
Recibido.
Les botes són meves, A.
Com el polos, els pantalones, ...
Et podies haver quedat amb el petó també!!!
Potser ho dius pel què diu dels gols?
Ai gran Jou.
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