Desde siempre he tenido la tensión alta. No es nada significativo. A no ser, que de aquí me vengan estos brotes de mala leche, con demasiadas cosas.
No me gustan las preguntas que esperan una respuesta (ya sabida) en concreto. Como cuando una mujer, te pide con sonrisa entre dulce y picara, ¿iremos al cine hoy? Ellas, siempre esperan que digas; si cariño lo que tú quieras. Pero, en realidad, yo que sé. Si no se si aún, después de 15 años, estoy convencido de acostarme contigo esta noche, o preferiría hacerlo con la vecinita del tercero. A mí mismo no me puedo mentir (ni a vosotros) ¡Quién pillara la vecinita! O entre llanto te exclaman; ¡Es que ya no me quieres! Muy buen tono este de afirmación, le diría yo. Pero, has tardado demasiado, para mi gusto, en darte cuenta. Has abusado durante tanto de mis sentimientos, los has exprimido, igual que una naranja, y se han quedado disecados. Antes, siempre me hacía sentir un don Juan y ahora, un don nadie. Víbora. Y si, cumples con todas tus funciones de hombre perfecto quizás, al final del día puedas, arrimarte, siempre si ella (ellas) quiere, un poquito. Sino cualquier excusa es perfecta.
No sé si siempre tuve la tensión alta, o es, sólo, desde que convivo con una mujer. ¡Te quiero amor! Y puede, que sea muy significativo. Ser tuyo.
1 comentario:
Cambia, todo cambia.
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