miércoles, 16 de noviembre de 2011

Joven cadáver.


Malogramos, el alba una y otra vez
sin darnos en la sien con la insensatez.
Durante
las demoliciones de los castillos de naipes
que explosionaban del tallo a las raíces.
Pululando los escombros sin asombro
por cualquier rincón de nosotros.
Impregnante.

Y en las ocasiones en las que no dejabas de hacerme cosquillas,
Yo transitaba entre la verdad y la mentira de cuclillas.
Salvo
cuando tú, te sentabas a escuchar esa música odiosa,
creyéndote, por unos segundos, una celestial diosa.
Tan terrenal como fatal, tan carnal como caníbal,
y con el instinto galopando, arteria arriba lo más animal.
Hablo,
de tus garras de gata de tejado, de noche y de fiera,
afiladas, arañando la espera, que sangraba delirio y quimera.

Y así fuimos con prisas,
corriendo, a la sepultura del joven cadáver del amor.
Donde no hubo transición. Únicamente luto y dolor.  
Cenizas. Nunca supimos envejecer, caducar,
ni mucho menos cambiar.   

2 comentarios:

Gala dijo...

Hay amores que no llegan a viejos...
Hay parejas que por mucho que se empeñen no ceden en sus querencias...y condenan al amor a una muerte prematura...

Genial tu modo de describirlo... simplemente genial..

besitos mediterráneos.

Jou McQueen dijo...

Gracias gala, tú, siempre encontrando el verdadero sentido.

Un saludo.