Malogramos, el alba una y otra vez
sin darnos en la sien con la insensatez.
Durante
las demoliciones de los castillos de naipes
que explosionaban del tallo a las raíces.
Pululando los escombros sin asombro
por cualquier rincón de nosotros.
Impregnante.
Y en las ocasiones en las que no dejabas de hacerme cosquillas,
Yo transitaba entre la verdad y la mentira de cuclillas.
Salvo
cuando tú, te sentabas a escuchar esa música odiosa,
creyéndote, por unos segundos, una celestial diosa.
Tan terrenal como fatal, tan carnal como caníbal,
y con el instinto galopando, arteria arriba lo más animal.
Hablo,
de tus garras de gata de tejado, de noche y de fiera,
afiladas, arañando la espera, que sangraba delirio y quimera.
Y así fuimos con prisas,
corriendo, a la sepultura del joven cadáver del amor.
Donde no hubo transición. Únicamente luto y dolor.
Cenizas. Nunca supimos envejecer, caducar,
ni mucho menos cambiar.
2 comentarios:
Hay amores que no llegan a viejos...
Hay parejas que por mucho que se empeñen no ceden en sus querencias...y condenan al amor a una muerte prematura...
Genial tu modo de describirlo... simplemente genial..
besitos mediterráneos.
Gracias gala, tú, siempre encontrando el verdadero sentido.
Un saludo.
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