martes, 15 de noviembre de 2011

Por favor no molestar.

Llevaban tanto tiempo juntos que empezaron a desconocerse. Nada había cambiado en la rutina, sus costumbres eran las mismas, y sin embargo, ellos, habían evolucionado o involucionado, quién sabe. Pasó, supongo, como en una colisión cualquiera. Los dos comenzaron a acercarse hasta un punto en el que sus mentes, sin saber por qué ni cómo, decidieron, aunque parezca absurdo, deshacer el camino e ir hacía distintos lugares. Un mecanismo de defensa para poder enfrentarse a la realidad, a la cotidianidad, o a lo que anteriormente era entrega y ahora, justo lo contrario, supongo. ¿Egoísmo o vida? Abnegación naufragada y complicada de reflotar.
Ella empezó a vestir más provocativa, pese a su edad, se conservaba muy apetecible. A él, le ocurrió lo antagónico. Comenzó a dejarse, sin abandonarse. De joven, le gustaba mucho hacer deporte y por los quehaceres de la vida, lo había ido aparcando, igual que se van apartando los sueños cada vez que una responsabilidad gana terreno, ahora ya mayor y casi viejo, se había reencontrado con la actividad, por disponer de más tiempo libre. Ella, salía a tomar algo con las amigas, a dar un paseo por las calles en donde había los aparadores más grandes y las tiendas más caras, a cenar, al cine e incluso los domingos a la mar, en el yate de una amiga. Él, en cambio, únicamente ambicionaba monte.  
Así fue como después de más de cuarenta años, descubrieron, que eran completamente distintos. Desde el principio, desde el primer día. Sin darse cuenta de ello al encontrarse cada mañana, al despertar, o cada noche, al acostarse. Pero eso, sin duda, no fue tormenta para su relación, ni para sostener lo que no hacía falta aguantar, el amor primero y el querer después, poseían de fuerza suficiente para dejar que pase el tiempo sin rencor por lo que los dos, casi ya sin saber, habían dejado en la cuneta de esta carretera que es la vida, para ir en ocasiones, más ligeros de equipaje. Y aún hoy, si ella llega tarde de la sesión de cine, él le espera, para darse el placer de unas carcajadas y colgar el cartel de “Por favor no molestar”.       

4 comentarios:

Cristina. dijo...

Es triste cuando se evoluciona en diferente dirección, y hay que tener cuidado porque estamos evolucionando constantemente y si no acercas los caminos puede llegar ese día en el que no te esperen para empezar la película.

Dany dijo...

Las cosas cada tanto deben recontratarse. Cambiamos. Lo que no quita que uno se pueda reencontrar de otras maneras. Abrazo!

Gisela Caminos. dijo...

Es difícil una relación cuando ambos crecen para lados diferentes, sea al principio o después. Y es muy doloroso un día despertarse y darse cuenta de que, aunque esa persona yace a tu lado, está en realidad muy lejos. Y a veces no hay nada que hacer, más que cada uno seguir su propio camino...

Buena reflexión, la encontré justo a tiempo supongo...


Besos!

Jou McQueen dijo...

Cris: Y no te guste el guión, ni el final es feliz.

Un saludo.

Dany: El reencuentro a menudo es jugoso, a veces, no.

Un saludo.

Gisela: Así es, sin embargo, seguir tu propio camino no es malo. Para nada. Espero que la encontraras justo a tiempo.

Un saludo y bienvenida.