miércoles, 19 de septiembre de 2018

Cuestión de genética


Hoy. Me he levantado con ganas de cagar. Perdóneme por ser tan escatológico. No literalmente. Con ganas de cagarme en casi un sinfín de cosas que dominan este mundo y que por tiempo y memoria, seguramente sea más lo segundo, no podré cómo a mí me gustaría, vestir un con bonito traje o vestido, de mierda.

Podría hacer una lista, enumerada y con una explicación del porqué llenar de heces a los comportamientos de una mayoría de humanos. Qué sin duda no llego a comprender. Sé, de buena tinta, que el problema soy yo. Que es culpa mía por imbécil. Por estar demasiado tiempo pensando y a su vez diciendo tonterías. ¿Pero de verdad tenemos tan poca memoria? Eso sí, para según qué cosas, claro está. Colectiva o individual, me da lo mismo. Nos creemos que los millones de refugiados han desaparecido. ¿Qué el problema está solucionado? O ¿Qué las personas que se mueren intentando cruzar el mediterráneo se las traga el mar y ya está? ¿Tan poco nos importa una vida humana, si no es familiar o amigo? ¿Nos creemos dioses para decidir quién puede morir y quién no? Mientras nos seguimos mirando el obligo y hacemos una revolución de sonrisas creyendo en el edén. Eso sí, para nosotros,  los otros, aunque sean muchos, que se mueren, y nos da igual si de hambre, ahogados, de frío o de sida o lo que sea que les pase a los miserables. Y sin embargo, el cáncer nos preocupa y mucho, no vaya a ser que nos toque a nosotros, con lo que vale nuestra vida - Hay que joderse, no le podría haber tocado al vagabundo ese, si igualmente míralo- O con lo bonito y verde que se ve el parque des de mí ático, para que preocuparse por la amazonas o la puta áfrica, si ya nos hemos hecho allí unas reservas muy simpáticas y similares a las que hicimos con los indios para ver la naturaleza salvaje, con un todo incluido pasas unos días muy primitivos. Pero que no vengan hacia el primer mundo que aquí ya vivimos mucho más evolucionados para su capacidad y si lo hacen, que sea para mano de obra barata. Seguiría pero…

Y aunque me levantara cada día con los mismos retortijones no podría con una vida entera, esparcir suficiente estiércol, para abonar las conciencias de algunos egoístas, todos ellos o la mayoría, hijos de la suerte por donde han nacido y de quién. Aunque el apropiamiento indebido venga de siglos atrás y la moral como el dinero, la mayoría de veces sea cuestión de genética.          

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