viernes, 21 de septiembre de 2018

De la letra y los recuerdos que cada uno tenemos los nuestros


Sábado. No soy nadie. Debo madrugar igual que el lunes, el martes, el miércoles, el jueves y el viernes. Me pregunto por qué dios descanso únicamente el domingo. O por qué sigo el catolicismo sin profesar sus dogmas. El agosto se llama así por Octavio Augusto, que imitando a Julio César, con Julio, puso su nombre a un mes del año. Para él, era el sexto, ya que sus años empezaban en Marzo. 

Jamás tendré un mes con mi nombre, me sobra con algún santo. Hay santos para todo. Igual que personas. Tantos cómo días o incluso más. ¿Para qué necesitaremos tantos santos? Tengo la mala costumbre de meterme con el altísimo y todo lo que le rodea. Pero en fin y gracias a dios, que no creo en nada, si no, cuanto sufrir.

Los labios son una parte del cuerpo extrañísima. Son la puerta de las entrañas y de las palabras a la vez, son diferentes completamente a cualquier otra parte de nuestro cuerpo, de la piel. Conseguimos moverlos con facilidad y sin embargo, su mejor utilidad es para besar. Para exponer nuestros sentimientos en conocimiento del otro. Un forma de expresarse tan silenciosa como poderosa. Aunque hay quien, realmente es ruidoso al besar, igual con todo lo que hacen con su día a día. Hay personas, que pasan silenciosamente por la vida y las hay, que lo único que son capaces de hacer es un estruendo ensordecedor. Y en la mayoría de ocasión son las silenciosas quien consiguen dejar una huella más profunda en nosotros.

Y cada cual tiene su letra y sus recuerdos. Un paraguas en una tarde de lluvia, la “L” sin barriga. Y aunque a veces nos ganen las ganas de escribir rápido y mal o crear nuevos recuerdos, debemos escribir con trazo firme dibujando las risas.

Es septiembre. Séptimo mes en el calendario romano.

No hay comentarios: