(Microrrelato enviado a la cadena Ser, con optimismo y un poco de suerte)
Los niños jugaban a atrapar la luz. Y mientras yo, te esperaba en el sofá leyendo la prensa. La mesa estaba puesta y el hambre y la comida hechas. La inquietud, visita despreciable en el comedor. Combinación de apetito y preocupación. Es demasiado tarde para cualquier escusa decente. Y lo que no quería que pasara, pasó. Al abrir la puerta dos uniformes con cara de pesar y angustia. Grité desde el recibidor a los niños que se fuesen a la concina. No me hicieron ningún caso. Escucharon que habías muerto en accidente. Desde entonces solo me preguntan cuándo volverá papa. No es una madre lo que echan de menos.
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