miércoles, 13 de enero de 2010
Dios.
Estaba, sentado en una silla de madera, celebrando la navidad cuando por el efecto de la gravedad y la anticipada jubilación de la silla, caí haciendo de mí mismo ser, un balón hogareño. Rodé por el suelo unos 20 centímetros. Para mí, fue toda una experiencia. No había estado allí, en el piso, desde mi niñez. Por suerte, ese aterrizaje forzoso, no me causo lesiones graves. Solo, un dedo roto y una silla que cambiar. Al levantarme, que es lo que tenemos que hacer todos al caernos, recapacite en lo imperfectos que somos, nosotros y todo lo que construimos. Quizás por eso buscamos, sin saber donde, la perfección. En lo celestial, más que en lo terrenal. Me quede callado, sentado en el suelo, pensando. Toda la noche. ¿Será verdad que Dios es perfecto? Porque justo esta claro que no lo es.
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