jueves, 14 de enero de 2010

Haití.


En la portada del diario el País, venia esta imagen. No dudo de la crueldad que ha causado este terremoto. Dudo, del sensacionalismo, que yo mismo estoy utilizando. La brutalidad del poder destructivo que tiene la propia tierra en si, es bastante mayor que la posibilidad de prevención que tenemos los humanos. Demostrado está.

Regresando a mi último post, veo esa última frase en los ojos de esta muchacha. Dios no es justo. Si se cree, que es hacedor del universo, como no puede impedir un hecho así. Seguramente, allí también entre los escombros hay gente buena, religioso, practicantes y hasta fervorosos. Me da lo mismo el nombre que se le quiera poner al ser supremo, este mundo esta lleno, demasiado, de injusticias. Para creer que un Dios todo poderoso y bondadoso, nos gobierna, nos lo da y quita todo. No le culpo, no lo hago porque no creo en él. Quizás si existe, me castigue. Quizás si no existe, no viva una mentira.

La tierra es para mí, quien nos da vida, y a veces, nos la quita. Otras, somos los humanos mismos, quien nos la quitamos entre nosotros. Infinita estupidez. Pero siempre el tiempo, acaba por derrocar el cuerpo. Para todos los creyentes que han muerto, en Haití y el resto del mundo; el mejor cielo. Para todos los niños que mueren a diario; el peor infierno para su Dios.

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