Anuncian;

Besos de destierro, anuncian;

Ausencia de alojamiento,

En tu corazón, donde me encierro,

Preso del amor mi comportamiento,

Me retiras de tu lado agrio,

Por un áspero camino ácido,

Ulcera para ti soy, hoy.
Pero sin pensar, me vas a cagar.

Cuando antes, me comías la boca,
Como una loba loca.
¿Qué ha cambiado en tu vida?
Para cambiar tanto la mía.
Si sigo siendo el rock and roll,
Bañado en alcohol.
Donde olvidaste el quererme, apropósito.
Para canjear tu felicidad por mediocridad.

Por rutina, por paciencia, por algo sólido.

Donde antes habitaba la originalidad.

Desuso del vicio hábito de la vulgaridad.

Manso burro de carga, con ser de estúpido,

Fantoche, macho memo, te has buscado,

Sandio, ñoño y vacío.

Aquí, empieza tu final y mi principio.

Hasta nunca más ver, cariño.

Lluna.

La felicidad tiene tu rostro,

Mujer pequeña de torso...

Me queda...

Me queda la vida,

para compartirla contigo.

Y el vértigo del miedo,

para luchar contra su huida.

Flor del color de la esperanza,
Por ti pervivo.Cuenta conmigo,

en esta sequía maldita, tuya y mía.
en cada amargura inoportuna,

sacudiéndote la pena.

Y en el día a día, constancia.

Me queda la vida, que no es poco,
y he obviado la partida, por no vivir solo.

Muerte.

Eres, la más injusta e inoportuna.
Eres, lo más justo e imparcial.
Neutral y atenta, la que lamenta.

Eres, una sombra desleal.
Un cuchillo de un único filo,
Eres, vulgar y señorial.

Eres, quien corta el hilo,
La bestia que todos temen,
Eres, quien nos tiene en vilo.

Eres, en principio semen,
En principio gameto femenino,
Eres, eternamente crimen.

Eres la muerte. Tan sencillo,
Tan natural, tan conocido.
Eres la muerte. Tan sencillo.

Vieja.

La vieja esta, sentada, en esa silla vieja.

Viendo, pasar e l tiempo mísero.
Exhausto de substancia, maldito y tacaño.
Color cenizas el pelo. Pronto de retiro,
Un nido de ciprés.
Después, quien sabe después.

Esa época agotada, le pesa.
Le pesa en el pecho sin derecho.
De niña, el hambre su constante, maldita espina.
De adolescente, asalariada de cualquiera, y aún más pobre.
Mujer casada, madre, esposa, empleada, sin poder ser.
De abuela; niñera, cocinera, limpiadora y de luto inoportuno.
Ahora vieja, solo la muerte, la espera sin pereza.

Besos varios para sentirse aliviados,
De pesos del pasado pesados,
Cuentas pendientes ahora molestias,
Pagadas con besos varios de artesanos del engaño.
Sanguijuelas que viven de las quejas, de la sangre,
Infames seres de la vida vigente sin interés a corresponder.
Tan solo por el placer, de volver a regalar, felicidad.

Y cuando con una brisa, su vida se vaya.
El llanto insano se apoderara del ocaso.
Y esos besos varios, serán odiados.

Tanto.

No puedo agradecer, tanto

Ni a todos,

Solo puedo padecer, por ello

Con ellos.

Corresponder por los días azules; rojos, amarillos,

Que me habéis dado, perfectos.

Días…

Verdes, naranjas, bonitos.

Sencillos, al igual que vosotros.

Le temps de vivre. G. Moustaky.

Nosotros tomaremos el tiempo de vivir

De ser libres, amor mío
Sin proyectos y sin hábitos
Podremos soñar nuestra vida
Ven, yo estoy aquí, solo te espero a ti
Todo es posible, todo está permitido
Ven, escucha estas palabras que vibran
En los muros del mes de mayo
Ellos nos dan la certeza
Que todo puede cambiar un día
Ven, yo estoy aquí, sólo te espero a ti
Todo es posible, todo está permitido
Tomaremos el tiempo de vivir
De ser libres, mi amor
Sin proyectos y sin hábitos
Podremos soñar nuestra vida.

omitido.

Omitido,

de la nostalgia de cualquiera,

vive sin vivir un entierro,

deseado de ser sepultado,

hasta siempre bajo tierra.

Encierro.

Desde el otero donde me encierro,

Por el llano como un daño insano,

Veo pasar el tiempo sin ser dueño,

De lo que obedezco y empeño,

De lo que carezco y extraño.

Y lloro como un niño en vano,

Cansado de que el cielo,

Amanezca perpetuamente azulado,

Deseoso, de morir, e ir a tu lado.

Me dejo.

Loco con el amor y solo,

me dejo…
con poco,

se lo llevo casi todo,

me dejo,
la deuda y el derribo.

Hundimiento de sentimientos extensos,

de palabras necias, extremas, excesivos

delitos, de desamores propensos a fracasos,

de besos falsos, supuestos, ficticios.

Invierno.

No sé, ahora en invierno, que queda más lejos. ¿La playa o el verano?

Murió.

Besas como amante, apuñalas por detrás,

Cortejas por el día, obviando a lo demás.

Perdiendo la esperanza, de vivir con dignidad

Beso vació y amargo, tan solo para no amar.

Derrochas mujer, el amor imaginario,

En la noche equivocada, en que olvidas lo prioritario,

Date cuenta rápido, piensa, ¿Qué hacer?

A saber, si besas al mulo, por amor o por placer.

No puedes cambiar de oración,

Te destruiría la razón,

Y sales meneando tu palmito,

Para hallar quien duerma contigo.

Aunque otorgues goces a ningún precio,

Ante desdichas, o pequeñas pichas de cualquier sujeto.
Y si imaginan, que eres una chica ligera porque follas,

Se equivocan de par en par, porque no eres una chupa pollas.

Ahogando todo tu cuerpo se rompió,

No pudiste más, que girar hacía la reflexión

Ese día sin dudarlo tu coño se secó,

No tuviste más tratamiento que sanar el corazón.

Puesto que especulaba todo el mundo que aquello era tu final,

No sabían que en silencio volvías a empacar,

Desde el suelo y con disciplina te tornabas a levantar,

Estabas en la brecha de lo irreal.

Más nada se esperaba de ti, chica acabada,

En los suelos de la vergüenza y la liviandad,

Yo maldecía, mal nacida,

Toda tu procesión, lloraba

Y gritaba hasta que allí, tu cuerpo se murió.

Sombras.

Lo bello de lo opaco, son las sombras.

Descuido.

Un descuido lo tiene cualquiera. Pero si además de intencionado es como este, no se clama tanto.

Soledad.

Que bonita la soledad. Descubierta desde fuera.

Supervivencia.

En un planeta así, sólo, los más fuertes sobrevivirían. Y este, no tiene pinta de humano. Las películas de terror, yerran en el guión.

En silencio.

Si lo miráis en silencio, aún se escucha el griterío de la gente y el susurro de la muerte. O el susurro de la gente y el griterío de la muerte. ¡Quien sabe!

Sexo, por ser sexo.

Aunque parece, que disfruta más él que ella. Suele pasar.

Crisis y gobierno.

La globalización ha hecho que la crisis sea mundial. Aunque los países, unilateralmente, intentan encontrar la solución. Seguramente, el nuestro, es uno de los peores en resolver el problema. Pero también, la ecuación española es, una de las más complejas.

El ladrillo, y el turismo son, dos formas fáciles y rentables a la hora de hacer dinero cuando el viento sopla a favor, pero al quedarte sin viento, la nave Santa María se detiene. Y en vez de hacer un fuerte navidad, el gobierno ha dejado que las maderas se vayan pudriendo poco a poco. Hasta llegar a casi un 20 % de paro, algo claro está, insostenible.

Creo, que no es algo lo que se tiene que cambiar, sino todo. Desde la escolarización (sobre todo la educación) a la jubilación. Pasando, por supuesto, por el trabajo y las posibilidades de cada español. Pero con un tan por ciento tan bajo de universitarios y cualificados, es difícil de salir del ladrillo, o la naranja, y pasar a estar en posiciones punteras en cualquier forma de I + D. La formula económica que nos ha llevado hasta hoy, no ha funcionado, en gran parte gracias a la banca, como no funciono el despilfarro del imperio español, con tanta guerra. Necesitamos otro camino, no desvíos momentáneos.

Tacones de aguja...

Solía, frecuentar un bar musical, no para bailar. Lo sonoro, el humo, y unos grados de alcohol, ayudaban a mi ego en la batalla del cortejo. Agasajaba a cualquier hembra, sin discrepancias. Ella era rubia, pequeñita y coqueta. Allí la conocí.

Nos encotrábamos por casualidad intencionada, en ese lugar los lunes, miércoles, jueves, viernes y el fin de semana. Los martes, nunca venia y no se, ni me interesa el porque. De allí, nos íbamos andando hasta mi piso, donde continuábamos con los besos apasionados, hasta caer en la cama, para finalizar la faena. Algunas noches, se quedaba a dormir, otras no. Pero en ningún amanecer coincidíamos al despertar. Ella siempre madrugada más. No se que tenía que me hipnotizaba, quizás, eran su tacones de aguja. Que le daban esa altura justa.

Un día, al llegar a mi piso, lo primero que hizo, fue, sacarse los zapatos. ¡Que desilusión la mía! ¡malditas confianzas! Perdió, aún no se le porque, todo mi interés. Lo malo, es, que al no decírselo, lo hizo una costumbre. Por eso al cabo de unos días, la tuve que dejar.

Al pasar unas semanas de haberla dejado, en una visita rutinaria el medico, me descubrieron una hernia en la espalda. Descubrir con ello, que no eran los tacones de aguja lo que me gustaba de ella, sino que era, mi dolor al agacharme cuando se los sacaba, lo que rompió con esa bonita relación. Al sanar mi dolor, volví todos los días menos el martes al bar, sin hallarla nunca más.