lunes, 13 de septiembre de 2010

Otra vez, dios.

Hoy me he levantado desencantado. Sin fe, como ayer. Dios se ha vuelto a olvidar de mí, y yo de él. Nuestra relación es, como la que se tiene cuando eres niño con esa chica de tres cursos mayor. Tú la ves, y hasta crees que la amas, pero ella a ti ni te ve, ni tiene intención de hacerlo.  Es una quimera. Como creer que dios nos salvara de algo.

Parece que siempre me ponga con él, y lo hago, pero es, porqué nunca protesta. Nunca se queja. Tolera las críticas como un buen político. Sin hacer más de ellas. Imaginad que yo, hoy, arrancó una pagina Web, en la qué cuento que soy el enviado del señor,  y mi sermón es, el verdadero. Con estilo y majestuosidad. Todas las religiones o la mayoría se tirarían como una manada de lobos, para demostrar que miento. Que ellos son, en la tierra, quienes tienen la franquicia del señor. El único que no alzaría la voz sería el de siempre, él; el todo poderoso. Por eso este negocio con afán de lucro (intensivo) que llevan gracias a esta mentira, deberían los que se benefician, empezar a donar a los necesitados o desmontar el chiringuito. Cosa que no harán. Porqué si son tan sinvergüenzas de enriquecerse con algo que no es suyo, ni de nadie, como van a repartir. Sermonear si que lo harán y al infierno, quema eterna, quien no les crea. Aunque tened claro: Prefiero una eternidad en el infierno, que vivir bajo su dictadura de pensamiento.         

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