A cierta edad, es bueno empezar a hacer algún deporte. Yo, como muchos, entre los cuatro y cinco años empecé a jugar a futbol. Debía ser por mi cara de tonto o mi poco sentido del miedo que en seguida, me pusieron debajo los palos.
Los demás, durante casi todo el rato, se lo pasaban bomba. Cuando no atacaban, defendían y sino descansaban. Mientras, yo, pasaba los partidos, viendo venir balones por alto, que con mi alzada por aquél entonces, no llegaba casi ni a ver. Y las pocas paradas que conseguía en ocasiones caprichosas, de pelotas blandas y rasas eran aplaudidas por todos, al estilo mayor, como si estuviera consiguiendo palomitas extraordinarias. Me costo casi dos temporadas darme cuenta que esos aplausos, eran solo cariñosos por parte de mis padres. Para el resto, mal intencionados, les servían para sembrar mi ego de portero y a si, seguir estando durante todo el encuentro allí muerto de asco, pero con el orgullo bien ancho, ocupando ese lugar que nadie quería ocupar, y que ningún padre quería para su hijo. Aquella temporada me puse de delantero.
En el socialismo español, pasa como en las categorías inferiores de futbol. Pocos que aplauden ya a Zapatero, es por cariño. La mayoría lo hacen, porqué el varapalo (me gusta la sonoridad de esta palabra) que va haber en las próximas elecciones se lo lleve él. Y en mi opinión, mejor que se así, quemar dos naves, también sabe mal. Porqué los balones hace tiempo ya, que le pasan muy por encima.
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