Miércoles. Mi mujer, igual que siempre, ha puesto el despertador para levantarme a las cinco y media. Por causa del trabajo, me toca madrugar. Dice ella, que si lo tengo yo a mi lado, dejo la repetición en demasiadas ocasiones y esto despierta a la niña. Si lo tiene al suyo lo para ella y, las repeticiones, son verbales intensificándose progresivamente. Me levanto. La verdad es que con mucho sufrimiento. Me cuesta casi más de lo normal. Entro en la ducha y dejo caer el agua a una temperatura agradable un ratito a ver, si así, despierto. Me enjabono, un aclarado instintivo y salgo ya más consciente. Me lavo los dientes, un poco de desodorante, colonia y a vestirse. Me visto, me pongo el reloj y voy directo a la habitación de mi hija; no encuentro momento más tierno que ese. Poder verla tan chica en una cama que le queda grande, y a la cuál gana terreno a diario, profundamente dormida, con los mofletes calientes pudiéndola besar casi en un millón de ocasiones sin que ella le moleste es, sin duda, un regalo. Luego, bajo a la cocina, me tomo un baso de agua y voy, al vestidor a calzarme. Una vez ya todo a punto: llevo las llaves, el mando del garaje, agarro el Mobil y esta apagado, lo encuentro extraño. Tango una función la cuál lo apaga a las once y media y lo enciende, de nuevo, a las cinco y media. Lo reinicio. El reloj marca las cuatro, debe haberse quedado sin batería. Cambio la hora: pongo las seis. Y voy a por el coche. Lo arranco, salgo del garaje y me sorprendo al ver que el reloj marca también las cuatro, tanta casualidad no puede ser posible, paso del cd a la radio y el locutor dice que son las cuatro y siete. Doy media vuelta, entro otra vez el coche en el garaje, subo a mi cama, pregunto a mi mujer que coño ha hecho, me desvisto y vuelvo a ponerme a dormir para al cabo de un par de horas empezar el día de nuevo. Me levanto. Hago la misma rutina y voy al bar a tomar un cortado antes de ponerme a trabajar. El reloj de pared marca las cuatro y media, miro al camarero y pregunto: ¿Esta bien este reloj? Responde que no.
4 comentarios:
Es que se duerme mejor solo en una cama grande. Que mujer más lista.
Jajaja, yo me hubiera cabreado con mi pareja...
jejeje, es lista... o tal vez ... bueno me callo...
Las casualidades a veces pasan..
En cualquier caso, Jou... me has cautivado con tu momento padre...
De los momentos más bonitos que te he leido.
Besitos mediterráneos.
Cris: O que hombre tan tonto!
Un saludo.
Gala: Un poco mala si es, consigue aguantarme.
Es que el momento padres es, el más bonito que he vivido. Será por eso.
Un saludo.
La rebelión de los relojes. Más tiempo para estar con la niña. Abrazo!
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