Lo que se observa en la imagen ocurría hoy en las calles de Barcelona. Ha vuelto la violencia, las cargas policiales, la quema de containers, motos, cristales rotos y revueltas. Los recortes están acabando con el estado de bien estar que conocíamos hasta ahora. Afectan, a casi todos y a casi todo. Sin embargo, los políticos siguen en su atalaya sin advertir lo que se vive a ras de suelo. Para eso, tienen a sus dobermans que aunque no estén de acuerdo con sus políticas, les gusta demasiado pegar cómo para dejar escapar una ocasión así. Y si son estudiantes; mejor. ¿Por qué será?
El policía va equipado con unas botas duras, unos pantalones resistentes, unas espinilleras de plástico hasta las rodillas, un chaleco antibalas (o libros), un casco, un cinturón multiusos, donde lleva las esposas y a saber que más y armado con una porra y en el muslo una pistola. No es poco. El brazo apunto de soltar otro latigazo de porra al primero que se le ponga por delante. Por otro lado, los manifestantes, muchachos todos ellos, con cara de miedo, intentan una acción entre huir y protegerse. Con maletas, bolsos, jeans, jerseys y la mayoría deportivas o zapatos con tacón. Si se fijan, en el otro lado de la aglomeración, por encima de las caras de espanto se observan dos cascos y una porra levantado por el lado derecho y uno más por el izquierdo, hecho que sin duda dificulta la escapada. Se distingue también en el centro de la imagen una chica de rodillas, caída, esperando otro golpe. Un chico agarrado a su bici plegable, y todos, con los ojos achicados y los dientes apretados, menos el de verde, que parece chillar un:”UUUAAAUUU” al ver la que le viene. En ninguno, se les distingue algún tipo de arma, ya sea una bomba nuclear, algún tanque, un Kalashnikov o nada por el estilo.
La fuerza es la capacidad para mover a algo o alguien que tenga peso o haga resistencia. Estoy seguro que la resistencia que son capaces de hacer los universitarios de este país es superior a toda la fuerza bruta (sucia) de la policía.