No tendría que perder y sin
embargo, pierdo. Pierdo lo que a menudo no he sabido ganar y gano lo que
pierdo. Un tarro lleno de sentimientos, olvidado en algún armario de la cocina.
Con el polvo dormido en su falda. A la vera del azúcar. A la vera de la sal.
Casi caducado. Llenos de moho. Cerrado al vació aunque mal cerrado. Ya no pongo
sabor a mí vida. Casi nunca cocino si no es con amor.
Todo a la plancha, todo al vapor.
Con poco aceite. Se me olvidaron las recetas en donde tú estabas de rodillas y
yo de pie o al revés. Cuando le poníamos especies a todo y salsa
picante. Guindillas para la razón y champán para la rutina. Yo carne, tú, pescado,
paella que siempre se nos pegaba. Fresas, nata, tú postre. A veces dulce y a
veces amargo. Como el chocolate, con chocolate. Queso tierno y miel. Mucha
miel. Naranjas, naranjas llenas de zumo. Esparcido todo, por todas partes.
Estoy más delgado y menos feliz.
Tengo menos colesterol, hipertensión y azúcar y más malestar
sexual. Esta dieta liviana no es buena. Tendré que sacar el tarro de
los sentimientos y el de las esencias. Limpiarlos y en la sartén hacer una
tortilla de patatas.
Ya están aquí...
-Bienvenidas a la fiesta; amigas.
6 comentarios:
Un beso gastronómico, a la plancha todo sabe mejor.
M.
María: Para el cuerpo sí, para el gusto no creo. En fin, gracias por el beso gastronómico, otro para ti astronómico.
Un saludo.
Comida, sexo, amor... ¿No es al final todo lo mismo? Placer.
Muás.
Salomé: Sí y aunque los puedas mezclar, todos, necesitas disfrutarlo con más de un sentido.
Un saludo.
Es lo que tiene, lo cotidiano a veces se nos quita la sal, la pimienta y hasta el azucar.
Pero sabes que te digo? las recetas caseras, las de toda la vida, siempre son más sabrosas que cualquier experimento.
Besos mediterráneos.
PD: siento haber tardado tanto en llegar.
Supongo que sí Gala, pero la nueva cocina está triunfando. O eso dicen.
La tardía no importa si has llegado bien.
Un saludo.
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