¡No! No llores.
Tengo, lo mismo de demonio
que antes. Mis imperfecciones,
por suerte, no han empeorado.
¡No! No llores.
Tampoco tu, fuiste jamás
un ángel. Y el tiempo quizá,
únicamente, nos lo ha acentuado.
¡No! No llores.
Las excentricidades. Esas joyas,
que antaño tanto nos atrajeron,
Pesan igual que losas.
¡No! No llores.
Agárrate fuerte a mí mano.
Y en silencio, sin decirnos nada.
Huiremos del laberinto.
Sin un grito. Sin nada que decirnos.
No llores. ¡No!
miércoles, 14 de diciembre de 2016
jueves, 24 de noviembre de 2016
Seguir trabajando
Es cuando los pensamientos siempre anarquistas, empiezan
apoderarse de mi mente el momento sin yo pretenderlo, que mi cerebro, envía una
orden concreta a la mano derecha: Subir al máximo el volumen. Cómo si con más
ruido fuéramos capaces él o yo, de ahogar los delirios, nunca de grandeza,
entre un laberinto de música, palabras, sonidos, voces huecas, en la charca que
hay justo antes y a menudo, de llegar a la zona oscura.
La zona oscura es como un jardín dentro de un túnel. Sin luz.
Visitarlo significa tener una dependencia hacía él tan absoluta que parece
amor. Como amar también parece el estado de tranquilidad y gozo que da entrar
en ese prado gris. Tan sombrío es que mata a la sombra y sin duda, es lo mejor
que puede pasarte al estar allí; estar solo. Llorando, gritando, en silencio,
con los ojos abiertos o cerrados. Volando o incluso, arrastrándote como un
gusano entre miedos y hierbajos, por el barro o por el ego. Sin ver la luz, ni
una puerta, ni la salida. Y las voces dominan con un concierto vacío pero con
tal estruendo que hiela la razón. No hay un camino. No hay posibilidades. Únicamente
la casualidad. Igual que siempre. Dónde las flores están muertas.
Y comienzo a cantar. A gritos, intentando escupir a veces,
ideas. A veces razonamientos. A veces reflexiones y continuamente juicios. Sin
darme cuanta, que eso, es lo que pierdo. Observo por la ventana si el mundo
sigue detrás del cristal. El sol lleva millones de años brillando y yo, aún, no
lo he conseguido. Hay que seguir trabajando.
martes, 15 de noviembre de 2016
Una cita y un concierto (Critica amable al concierto de Asaf Avidan en BCN)
Ir de concierto es como tener una cita –creo, pues hace una
eternidad que no tengo una-
Te pueden poseer unas prisas irrefrenables para
que las horas vuelen y sea todo lo más escueto posible. Igual, que cuando estas
en una tránsito de recuperación y únicamente deseas que pasen los días para
avanzar y mejorar. Para que todo termine y convertirse en un recuerdo desdibujado
en algún rincón de la memoria, de un tiempo que te tocó vivir. Nada más.
O
quizás, ni chicha ni limonada. Un trámite. Un rato que no estuvo mal y que
quedará en eso, no más. No hay un futuro factible. Nada. Una breve historia con
principio, desarrollo y un punto y final. Que nunca te aportará más de lo que
ya ha hecho. Donde no cabe el aplauso ni esas dos últimas canciones que todas
los artistas se guardan, para una vez parece finalizado volver a salir y
terminar apoteósicamente.
Finalmente, están esas citas que deseas que nunca
acaben, que sea la noche eterna y no exista el amanecer. Que empiezan bien y
terminan mejor. Que tan sólo las fuerzas de la naturaleza o la maldita rutia,
consiguen hacer deshacer unos nudos tan fuertes, que parece que hace millones
de años que están atados. Porqué resulta increíble que eso que está ocurriendo,
no hubiera sucedido antes. Pues una atracción de los cuerpos como esta, es,
exageradamente fuerte para qué, estando a un millón de kilómetros con tan sólo
un cruce de miradas nos acercáramos uno con el otro, arrastrados por una
corriente que al entrar en el cuerpo es una electricidad que eriza cada centímetro
de la piel. Pidiendo a Dios, a las estrellas y al infinito, que se detenga cada
segundo para parecer eterno y que la distancia, sea solamente, lo que tenemos
que recorrer juntos. Y aun sabiendo que no es así, saboreas cada palabra, cada
mirada, cada roce, cada silencio, cada instante para que quede debidamente
guardado en la retina, por y para siempre. Comprendiendo, que un segundo después
ya sentirás nostalgia.
Y a la nostalgia voy, porqué un buen concierto, es necesariamente
aquel que te deja una nostalgia profunda y una necesidad de revivirlo con la
memoria, o, YouTube ahora, una y mil veces más. Y con la ilusión de estar en el próximo.
Esperando que sea, volver a verla, lo más breve y precario posible.
Para más disfrute:
https://www.youtube.com/watch?v=IGxGQ-UMo4I
Para más disfrute:
https://www.youtube.com/watch?v=IGxGQ-UMo4I
miércoles, 17 de agosto de 2016
Ya nunca sueño cuando estoy despierto
Soy parte del mobiliario. Paso tanto tiempo naufragando las
penas en esta silla que creo, que la madera es una extensión mía o, mejor dicho,
yo suya. Hay una tormenta cargada de relámpagos y truenos, de nubes y lluvia,
que no cesa des de hace demasiado aquí, justo en el centro, ese espacio tan necesario
para pensar de mí cabeza. No sé. Quizás es un mosquito hambriento que un día me
entró por un oído y se quedó allí, picando sangre de mi cerebro cuando tiene
hambre o sed, que más dará, irritando la zona.
La pensión que me deja la jubilación me da, para entrar a
este bar cuando abren e irme al cerrar. Si no me la estuviera dejando toda en
su bar, prometo de heredera a esta camarera que con tanta paciencia me trata.
Al llegar tomo un café con coñac. Leo la prensa hasta que el sueño me da para
una cabezadita y cuando despierto me espera otro carajillo para abrir el
apetito. Como temprano, un plato del menú y bastante vino, en café siempre me
ha gustado, será por eso que de postre me lo trae con anís. Después, poco
después, otra cabezadita. Y al despertar un vino y esperar que entre esa mujer
cincuentona, que aún está de muy buen ver a tomarse un café con leche,
normalmente acompañado con una magdalena. Yo, para hacerme el interesante y
porqué a media tarde se me pone como Dios, saboreo un gin-tonic. Luego ella se
va, despidiéndose de forma muy educada y observo otra vez la tormenta. Una tostada,
dos cervezas frías, incluso en los días duros de invierno, un “Hasta mañana” y
un “Dios dirá”.
El paseo hasta el piso
donde acabo de pasar las horas que restan, es la soledad en estado puro. El silencio,
el único pensamiento que es llegar por unas ganas horrible de mear. Meo y a dormir.
Entonces, sueño.
Entonces, sueño.
martes, 9 de agosto de 2016
El culo que sueño
Por error y cuando digo por error quiero decir por equivocación,
en uno de esos días de verano cansado de las masas y en busca de un playa un
poco menos transitada, donde para dejar el coche no tengas que buscar un parking
cerca, ni para tirar la toalla una zona azul, nos colamos yo y el resto de mi familia,
vaya a ser lo mismo: un hombre, una mujer, una niña y un niño, todos con
bañador, camiseta y mucha crema para el sol, en una cala nudista.
Fue, en ese justo momento, cuando me di cuenta que algo
extraño estaba pasando y descubrí la sensación, que de joven aquella amiga, tía
buena, que nunca se dejó tocar el culo y mucho menos nada más, me intentaba explicar
sin yo ser jamás capaz de comprender "sentirse observada" decía ella. Todos
los ojos se nos clavaron cómo flechas, intentando decirnos, que estábamos
invadiendo un territorio sagrado, profanando la naturaleza y su naturalidad. Yo
que no tengo mucho que esconder estando el aparato en reposo, cuando entra en acción
es más parecido al increíble Hulk y no por el color, pero eso tampoco viene al
caso, enseguida propuse a mi compañera desposeernos de nuestras posesiones, y
dejarnos llevar igual que lo hacían nuestros ancestros en tiempos donde el
marketing no era una religión. Ella, por supuesto y siempre mucho más centrada
que yo, dijo un "No" tan rápido como rotundo. "¿Alegaciones?" pregunte, pues des de la barrera ya había observado un par o tres de bonitos
cuerpos capaces de distraerme un tiempo considerable imaginado una relación
poco carnal y sobretodo, muy romántica mientras los pequeños hicieran sus
castillos de arena y pudiera seguir escondido debajo de una gafas no demasiado grandes
pero sí, con unos oscuros cristales, quizás con algún libro de retorcida
lectura, que hiciera que pasar página por el tiempo de tardanza, pareciera,
algo imposible, de esos con un titulo complicado. Conjeturar cómo son en el sexo desconocidos es una distracción tan normal en mí, como hacerme hipótesis de quién sería el asesino más
despiadado de los que nos encontramos en ese mismo instante en ese mismo lugar. "Podríamos quemarnos lo que no se nos ha puesto nunca moreno" contestó
ella. Pensé que eso conllevaría acabar los pocos días de vacaciones en el dique
seco, y en tiempo de relajación y acercamiento, eso sí sería un pecado tan
impropio como el original. Si es que lo hay.
Mi tozudez dio para un chapuzón y poco más. Debo aclarar,
que han tenido que pasar unos cuantos años y algunas vivencias, para comprender
aquella querida amiga y su insistencia para marchar de la discoteca, aún a
veces quiero creer que era para tener algo conmigo, inclusive sin nunca haber
pasado, todavía intento digerir que nunca se dejó tocar ese culo tantas veces soñado.
El culo que sueño
Por error y cuando digo por error quiero decir por equivocación,
en uno de esos días de verano cansado de las masas y en busca de un playa un
poco menos transitada, donde para dejar el coche no tengas que buscar un parking
cerca, ni para tirar la toalla una zona azul, nos colamos yo y el resto de mi familia,
vaya a ser lo mismo: un hombre, una mujer, una niña y un niño, todos con
bañador, camiseta y mucha crema para el sol en una cala nudista.
Fue, en ese justo momento, cuando me di cuenta que algo
extraño estaba pasando y descubrí la sensación, que de joven aquella amiga, tía
buena, que nunca se dejó tocar el culo y mucho menos nada más, me intentaba explicar
sin yo ser jamás capaz de comprender decía ella. Todos
los ojos se nos clavaron cómo flechas, intentando decirnos, que estábamos
invadiendo un territorio sagrado, profanando la naturaleza y su naturalidad. Yo
que no tengo mucho que esconder estando el aparato en reposo, cuando entra en acción
es más parecido al increíble Hulk y no por el color, pero eso tampoco viene al
caso, enseguida propuse a mi compañera desposeernos de nuestras posesiones, y
dejarnos llevar igual que lo hacían nuestros ancestros en tiempos donde el
marketing no era una religión. Ella, por supuesto y siempre mucho más centrada
que yo, dijo un tan rápido como rotundo. <¿Alegaciones?>
pregunte, pues des de la barrera ya había observado un par o tres de bonitos
cuerpos capaces de distraerme un tiempo considerable imaginado una relación
poco carnal y sobretodo, muy romántica mientras los pequeños hicieran sus
castillos de arena y yo, me escondiera debajo de una gafas no demasiado grandes
pero sí, con unos oscuros cristales, quizás con algún libro de retorcida
lectura, que hiciera que pasar página por el tiempo de tardanza, pareciera,
algo casi imposible. Conjeturar cómo son en el sexo desconocidos es una distracción
casi tan normal en mí, como hacerme hipótesis de quién sería el asesino más
despiadado de los que nos encontramos en ese mismo instante en ese mismo sitio.
contestó
ella. Pensé que eso conllevaría acabar los pocos días de vacaciones en el dique
seco, y en tiempo de relajación y acercamiento, eso sí sería un pecado tan
impropio como el original. Si es que lo hay.
Mi tozudez dio para un chapuzón y poco más. Debo aclarar,
que han tenido que pasar unos cuantos años y algunas vivencias, para comprender
aquella querida amiga y su insistencia para marchar de la discoteca, aún a
veces quiero creer que era para tener algo conmigo, inclusive sin nunca haber
pasado, y que nunca se dejó tocar ese culo tantas veces soñado.
martes, 19 de julio de 2016
Milagroso
Puede, que si cada pena nos dejará una cicatriz visible en algún
lugar de nuestra piel, comprendiéramos mejor qué, únicamente, necesitamos: cariño; con sus distintas formas de expresión. Placer; un puñado para cada
sentido. Felicidad; en su justa medida y una dosis alta de idiotez o
despreocupación. Mucho sexo, el tema de la monogamia, sería, un largo y arduo debate, con,
seguramente, opiniones para todos los gustos. Tampoco mucho más para poder sobrevivir de la mejor
manera posible, la vida, que nos ha tocado vivir. Y, si la justicia, la
justicia real, existiera y consiguiéramos hacer de la igualdad y la
equidad unos valores útiles y no unas palabras vanas, creo, que de este
presente, que es el que nos pertenece y en nada será pasado, haríamos algo
maravilloso, casi milagroso. Sin embargo, las penas no dejan cicatrices
visibles y mucho menos, si no son las nuestras.
martes, 1 de marzo de 2016
La honradez
Era de los pocos detectives honrados que quedaban en la ciudad. Hasta que se dio cuenta que morir por corrupto es una cosa y hacerlo por honrado es otra. Por eso, dejo de serlo. La epidemia pudo con él.
miércoles, 10 de febrero de 2016
De larva a mariposa
Vivir a lo grande de los bienes gananciales gracias al color carmín, rojo pasión de unos carnosos labios, a un movimiento de pelo y cadera realmente estudiado, con una melena casi dorada y a saber susurrar en la oscuridad de algún bar en el momento oportuno. Igual que una larva en las vísceras de la razón. Un buen matrimonio por la falta de patrimonio: Eso quería. Sin saber, que la odisea para ser mariposa, puede terminar con una resaca espantosa, mal follada y abandona en algún descampado de las afueras de la ciudad; sin dinero para el taxi y unos traicioneros tacones.
lunes, 1 de febrero de 2016
Fin no es final
Subir de nuevo a la habitación y caer en el infinito universo; de surcar
los mares del Caribe. O hacer algún aterrizaje forzoso en el Sahara. Volver a
luchar contra Shirkan. Y a recibir esas botas del molinero. Puede que suba a la
biblioteca del colegio para viajar a fantasía. O adentrarme en las entrañas de
la ballena. Quizás, volver a correr descalzo Mississippi a bajo, o a volar, a
nunca jamás. ¿Quién sabe si podré sacar a excálibur? Aunque hoy esté aquí para
pan y pimento. Papá, recuerdas, la mejor historia está por leer, a pesar de ya no
ser tu quién me la lea.
martes, 5 de enero de 2016
La verdad
Odio a los reyes. A todos. Inclusive a los magos. No creo en
la proclamación por genes y sí, en el esfuerzo y en el talento. Creo sin duda en
la igualdad de oportunidades y en la humanidad. Me fascinan los médicos,
enfermeras y todos aquellos quienes con devoción hacen su trabajo. Si es
ayudando al próximo mejor. Los altruistas me emocionan. Quizás porqué yo no
consiga serlo. Me toca los huevos cuando ayudas a alguien y no te da ni las
gracias ¡Maldito capitalismo! A menudo me distraigo intentando descubrir que es
lo esencial y pierdo un tiempo fundamental para vivir otras experiencias.
Odio a los reyes. Todos. Los magos quizás un poco menos,
puede que sea porqué su farsa es en beneficio de la ilusión de los más pequeños. Sin embargo el otro día, mi hija me preguntó:- ¿Papi, cómo lo hacen para llegar en una sola noche a todos los hogares del mundo? Y mi incontinencia verbal no pudo más que
contestarle: -No llegan a todos los hogares del mundo, es más, seguramente en
una tercera parte del planeta ni están ni se les espera. A lo que ella me
indicó: -¿Qué quieres decir? Ahora tiene 6 años se llama Lluna y es un sol, en
su primer curso escolar con nota ya tiene más sobresalientes que yo en toda mi
trayectoria. A lo que le respondí: -De aquí dos años te lo explico. Y se fue
tan contenta con su fantasía intacta. Al pequeño, a Ilde, todas esas banalidades
no le preocupan lo más mínimo. Lo realmente importante a su edad, 3 años, es, si
le traerán todo lo que ha pedido. Duda, que le he intentado ir aclarando poco a
poco diciéndole; entre que es un inmoral por pedir tanto y que deben
racionar los juguetes entre todos los niños del mundo. ¡Mintiendo! Y el cristo
que se formó cuando el pequeño explico a la mayor el reparto mundial que su
padre le había contado de juguetes, fue de apaga y vamonos. Tantas cosas por
decir y tanto que callar. Esperemos que mañana amanezca pronto.
Odio a los reyes y tener que madrugar. Por esa simple razón
he llegado a un trato de favor con mi mujer de hacer creer a los niños que los
reyes, gracias a que se han portado tan
bien, les dejan a ellos primeros los regalos e intento, que la táctica, me dure todo
el año y así dominarlos un poco más, aunque siempre acabo teniendo que amenazar
con el enfado o pelea a muerte. El pequeño, no sé por qué, siempre elige pelea
a muerte y acabamos en un combate sin fin por toda la casa con mi compañera intentando convencernos de manera insistente que luego tendremos que recoger
todo el destrozo que organizamos.
Odio a los reyes porqué como Dios, no son ni justos ni ecuánimes
si no antes, todo lo contrario.
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