Ayer, andando por la calle, me crucé con un antiguo amor de juventud. De esos, que son quimera. Por su belleza y mí poca calidad de seductor lo nuestro (no compartimos ni salutaciones casi, pero qué bien suena, o sonaba) era imposible.
Ayer, al verla, descubrí, que tiempo atrás la diosa fortuna me había sonreído. Todo lo que yo no he mejorado, ella, lo ha empeorado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario