lunes, 2 de noviembre de 2009

¡Viva el patriotismo!

Imaginad que vivo en una casa unifamiliar. Con vecinos, por banda y banda. El de la izquierda, en julio, se va de vacaciones, y quiere, que durante este tiempo, cuide yo de su jardín. Acepto, aún no se porqué. Y durante esos quince días, en que estoy de gerente de ese jardín, empiezo a regalar flores, por simpatía, a mi vecina de la derecha, que puestos a decir, está para regalárselas. Se lo merece. Por como toma el sol. Tan buena esta, que le regalo buena parte de la variedad. Hasta un arbolito, creo, que es un olmo.




Mi vecino, al volver de vacaciones, encuentra su jardín, más bien desierto de flora. Y como no, me pide explicaciones. Yo, despreocupado, e insolente, se las doy cordialmente. Él, cabreado, con razón, se va a ver a mi vecina de la derecha, para pedirle que se las devuelva. Porque yo, no tenía potestad, para dar algo que no es mío. Y ella, tan desvergonzada como tomando el sol, dice; que son donaciones mías, que ella, no tiene ninguna culpa. Que se las queda. Y el pobre, o compra nuevas flores, o deja su jardín baldío.



Mas, indecoroso, dice que el dinero que Millet, sin potestad, dio a la fundación de CDC, allí se queda, sino es que la justicia dice lo contrario. ¡Viva el patriotismo!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tens tota la raó del món. L'exemple m'ha semblat genial!
ori

Jou McQueen dijo...

Merci Ori, per llegir-me. I per opinar...