
Seguramente, lo dicho, si preguntáramos por la calle, que es lo que más ha sorprendido de estas conversaciones destapadas, no se preguntarían ni siquiera, que toda esta información, salga de unos cables. ¿Quién sabe lo que son los cables? Esas fuentes de verosimilitudes y que ese valiente ya encarcelado, ha dejado fluir. Sin que arrastren en contra de lo que a mí me parecía, mucho lodo (por no decir mierda).
Somos marionetas de carne. Sin hilos visibles pero con cadenas invisibles. Victimas de una sociedad que como en el salón de nuestro hogar, lo disponemos todo, solo, para que ya sea el televisor o el fútbol, nos distraiga de las ataduras, que por mentiras de sarnosos creamos necesarias, para disfrutar del estado de bien estar. Tragamos tanta información basura o no, que no tenemos tiempo, de digerirla. En seguida la cagamos, olvidándonos de ella, mientras se va retrete abajo, o por suerte reciclada, quién sabe donde. Por esto, casi siempre, la sangre no llega al río. Cuando debería llegar al océano, teñidlo.
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