miércoles, 1 de diciembre de 2010

Y quién sabe.


Esta es una fotografía de Richard Avedon. Por título: Stephanie Seymour, Model, New York City, 1992. Qué salió a la venta para sufragar la fundación Avedon.
No sabemos, si el señor que está inclinado leyendo el cartel indicativo, se sacó el abrigo antes o justo al llegar a esa foto. Torcido un poco hacía adelante, observa por encima de sus lentes las palabras justas que dan nombre a esta obra de arte. Debe ser, que las gafas no son progresivas y prefiere forzar un poco su cansada vista, antes, de perder tiempo cambiando de gafas. Estar demasiado rato fijándose en este trabajo, sería, sospechoso para los demás visitantes. El cuadro hace de espejo y vemos, que el señor va solo, eso empeora las desconfianzas. Por la sombra de la pared, descubrimos, que se  refriega la yema de los dedos, como si estuviera cavilando algo ¿Un anhelo? ¿Una quimera? ¿Un ratito con esta modelo? Quizás, a saber. Puede, que no conozca el idioma y procure, entender el cartel. El hombre por sus atuendos, parece, de clase alta, de unos cincuenta y tantos o sesenta y pocos, banquero, senador o gerente de una multinacional. Alguien lejos de casa, que no sabe qué hacer con esas horas entre el fin de la jornada laboral y la cena. Una persona que seguramente, el único cartel que ha leído en toda la exposición, sea este. Sorprendido, como yo, por como la modelo se levanta la falda, llevando un vestido tan transparente. Realmente bella, blanca como de seda y ciertamente definida de mujer. Con un fondo, que a ciencia cierta, si no volvieses a mirar no recordarías, si en él, había algo, era liso, blanco, negro o gris. Es gris y liso. Como su mirada. Como los cuadros que en ella se reflejan, y que a nadie, por lo que se ve, interesan. Y mientras, el hombre, sigue allí, como estudiando el nombre, por si al salir y por fortuna del destino, se cruzara con ella en el ascensor, y él, pudiera, en tono seductor llamarla por su nombre, invitándola a cenar. Y Quién sabe. 

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