Llevo el reloj en la mano izquierda. Hoy he tomado la decisión de ponerlo con la esfera en la parte de debajo de la muñeca. ¿Por qué? No lo sé. Quizás, para no ver tan a menudo como se me ausentan los minutos, de esta mi única vida. La culpa es de las canas. Que ya han encontrado un sitio en mi cabeza, y ganan espacio, igual que lo hace el cemento a la vegetación.
Puedo asegurar, que estos pelos color ceniza, no nos quedan a todos igual que Clooney. Algunos, menos afortunados que él, en varios aspectos, aunque yo, por suerte no duermo con un cerdo, por animal de compañía que se le llame, estos pelos en vez de hacernos más sexys, lo único que consiguen es, hacernos parecer más viejos. Y eso, es realmente jodido. Si dios existe, que no lo afirmo y sí lo dudo, es injusto. Por eso y mil magnánimas –como decía un amigo- razones más.
Por llevarlo ahora como lo llevo, es decir, donde esta la información boca abajo, voy un poco a deshora, he desayunado a las doce y que ese yo a qué hora voy a tener que comer, pero lo que más me preocupa es no saber a que hora tengo (si es que la tengo) mi ración de sexo, aunque no se si eso es por situar el tiempo al revés o por las canas. ¡Cuantas excusas!
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