jueves, 6 de enero de 2011

La secta.

Puedo elegir si comprarme unas Nike o unas Reebok. Entre otras. Unos pantalones Levi’s o unos Diesel. Una camisa Sprinfield o Lacoste. Un jersey Privata o DC. Una gorra de Alonso o de Vettel. Unos calcetines Dechatlon o Adidas. Unos calzoncillos Calvin Klein o Unno. Un televisor Philiphs o un LC. Un reproductor de DVD Samsung o Sony.  Una Play Station o una DS. Los Héroes de Silencio o Wagner. Comprar una entrada para una de Van Dam o una de Lars von Trier. Comer helado de Vainilla o de chocolate. Paella o espagueti. Cerveza o agua. Coca-cola o Pepsi.  Con sal o sin ella. Dulce o amargo. Picante o no. Tener un Nokia o I-phone. Con contrato o tarjeta. 6 megas o 10. Una cámara digital o de carrete. Viajar o no hacerlo. Estudiar o trabajar. Envejecer bien o mal. Tener hijos o no tenerlos. Casarte o no hacerlo. Tener una cuenta el La Caixa o el Banco Santander. Incluso ser de derechas o muy de derechas. Todo esto y mucho más puedes elegir qué hacer con tu vida. Según ellos, los católicos. Pero a lo que no tienes elección es: si quieres la eutanasia; divorciarte, qué hacer a las doce del mediodía y a las siete de la tarde, poder abortar en algunos casos, e incluso, a casarte y acostarte con el sexo que a ti te apetezca. Lo transcendental, los únicos que lo pueden dominar son ellos, esa secta, grande, pero secta.       

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