Tenemos la racionalidad. Algunos, incluso, el intelecto. Eso nos diferencia del resto de los animales. Poco más. Aunque la mayoría, no sé que nos creemos. Nos agrada ir de ilustrados. No soy un culto. Mis conocimientos son una estrella en el firmamento. Es decir; nada. Escribo pues, para distraerme, no para enseñar nada a nadie.
Desconozco la bohemia. Esta creación del ser humano para apartarse de las normas y las convenciones. Para poder esnifar con estilo. Los inútiles que lo hacen por inutilidad, al menos, lo tienen claro. Pero los bohemios se creen y quieren hacer creer, que ellos están un escalón por encima o dos, enseñando, al resto, que dominan lo que la mayoría no puede dominar. Siendo tan yonkis como los poligoneros. Aunque tienen el intelecto para teatralizar su comportamiento tanto, alcanzando un papel, casi magistral, en el qué interpretan la sabiduría, lo ilustrado, lo culto, son lo docto. Algo superior a la masa. A la vulgar masa, que somos todos. Pero tan viciados como los más acabados.
Por eso os desgloso que todos estos que van, de aquí para allá dándose un papel con posado solemne, y en su lugar escribiendo poco más que nada deberían, por lo menos, demostrar que son algo mejor que la masa, aunque como casi siempre, sea de mentira. Solo algunos, elegidos, contrastados por millones de lectores, pueden apostillar lo que escribimos, con verdadera sabiduría y dudo, que por mí blog y el vuestro, ande alguno. Pero tenemos la racionalidad. ¡Qué las palabras no nos dominen!
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