Echar una mano.

La noticia no dejaba de ser curiosa, aunque el titular ya lo decía todo: “Un hombre rompe un brazo a la imagen de Jesús del Gran Poder:” Durante el besapiés de la misa de 20.30 el hombre se abalanzó contra ella de forma violenta hasta que un policía de paisano pudo reducirlo.


Al no encontrar declaraciones del individuo, he intentado recapacitar para saber qué, puedo haberlo llevado hacer esto. ¿Qué le puede haber hecho Jesús del Gran Poder a ese hombre? Sin duda algo tenía claro el individuo, que en esta pelea solo habría un ganador. Porqué eso que dicen; que dos no se pelean si uno no quiere, que se lo pregunten al cristo. El pobre, recibido la del pulpo, aunque creo, que ya estaba acostumbrado a sufrir… le destrozó la vestidura y le extirpó el brazo derecho. La otra mejilla no se si la puso, pero se ve, que no contraatacó, de momento. Quizás decepcionado con la vida creyó que así, pegando al hijo de dios, sería castigado con la muerte por el ser supremo y no tardaría en ir al infierno. Deseo de muchos al morirse. O durante la misa creyó que le hacía malas miradas, que se le ponía chulillo. O cuando le estaba besando los pies, si es que lo izo, descubrió que le olían y le entró un ataque de rabia. O subiendo las escaleras sintió una voz en su cabeza, seguramente el demonio, que le ordenaba que lo hiciera. O quizás solo, quería que dios le echara una mano. Hipótesis, tantas como queráis.

Mi sospecha es, todo lo contrario a creer que Jesús le izo algo. Es decir, que el Santo no izo nada. Seguramente, el fervoroso creyente, esperaba alguna labor celestial de esa estatua de madera de cerdo y policromada, pero por obra y gracia de dios, no paso. Y como pasa siempre con lo católico, el desenlace será de lo más curioso. Por la iglesia recibirá el perdón y por la justicia la culpa. Igual que pasa, con los casos de pederastia, que se llevan ante un tribunal.