miércoles, 2 de junio de 2010

Una verdadera mierda.

En clase, había un chico capaz de pasar de sujeto a objeto. Era tan aguda su distracción hacía todo, que conseguía parecer un pupitre, una silla, o algo tan inerte como los demás cosas.


Siempre envidié su forma de desconexión. Porqué, al final de curso, acababa sacándoselo con buena nota. Yo, intentaba estar atento a todo, durante el máximo de tiempo posible, y aun así, mis notas, eran inferiores a las suyas.

Cuento esto, porqué el otro día, me lo encontré por la calle diez años después. Estuvimos hablando durante un ratito, fue una charla de lo más cordial. Pero a mí, al dejarlo atrás, me pareció haber estado conversando con la parte desconectada. Estaba de lo más pellizcado. Había perdido toda chispa, todo ingenio.

El día siguiente, intenté averiguar a través de un amigo común, qué le había pasado para que la vida no le hubiera dejado volver a conectarse, después de alguna desconexión inoportuna. Me comentó, que comenzó tonteando con las drogas y las drogas, lo acabaron dejando tonto. Que se creía, que se comería el mundo, pero fue el mundo el que se lo comió, lo digirió y lo cagó; hecho una verdadera mierda. Que no sabía, si había sido por amor, o por soledad. Qué más da, si había callado la parte brillante.

La educación, para los futuros es lo más importante que tenemos en nuestras manos, así que dejémonos de fiestas y empecemos a pagar el pato.

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