Distraído.

Caí, como quien cae en unas arenas movedizas, en el extraño mundo de los cereales. Los del desayuno. Divagando por el hipermercado, cosa que hago muy poco a menudo, dispuse unos segundos de mi vida a esclarecer la diferencia entre unos y otros. ¿Por que coño esta fotografía? Os preguntareis. Más adelante lo podréis entender. No lo conseguí, no conseguí averiguar las diferencias. Pude esclarecer, cosa que ya tenía bastante clara, que hay diversas clases de cereales, bañados algunos de chocolate, otros de miel con no se qué y a saber que sinfín de variedades más. Pero lo interesante, es decir, los beneficios para el cuerpo, supongo que no solo humano, no supe como descífralos. Los que decían ir bien intestinalmente, no decían ser buenos para el colesterol, y los que eran buenos para el colesterol, no decían nada de la grasas saturadas, o de la celulitis. Solo, los de los niños, afirmaban ser realmente dulces, con dibujos muy animados. Me fui, lleno de dudas y comprando las mismas galletas de siempre.

Aún dudoso de ese mundo lleno de favores fabulosos para nosotros, mientras iba para casa, en coche, escuchando a Elvis, distraído entre las calorías y lo dietético, me salté la salida de la autovía y cuando me dí cuenta, ya estaba camino de la playa. Me llamo mi mujer entrada ya la noche para saber donde estaba, le dije que tenía trabajo y que no iría esa noche a dormir.tenía ganas de conducir, de noche, sólo, conmigo mismo. Al llegar, me quedé sentado en la arena meditando de las curiosidades de este mundo lleno de trampas. De madrugada, fui directo al trabajo.