miércoles, 29 de diciembre de 2010

Nunca lo sabré.




En los últimos tiempos llegaba siempre a deshora –el trabajo- decía, y casi nunca, requería amor. A mí, me urgía derrocharlo. Tanto, que una noche oscura decidí ir a esparcirlo, en un cualquier lugar. Con una cualquier mujer. Después de hablar durante bastante rato, de todo lo que no lo hacía con mi pareja, me bajé la bragueta y le pedí, por favor, que se arrodillase. No sé porqué. Quizás para no verle la cara. Quizás, para no sentirme tan adúltero, con esté adulterado amor. Así empecé y así acabé. Vestido. Pero  me sentía igual de humillado que en ese sueño de mí infancia, en el que siempre, al llegar al colegio me daba cuenta, que había olvidado ponerme los pantalones.

Era tarde y volvía hacía casa, humillado, pensé en pasar a recoger mi pareja al trabajo, en destapar su sarta de mentiras. En humillarla, tanto, como me creía yo. Así lo hice. Me senté en la acera, en frente de la puerta, y esperé. Pasaron más de dos horas, cuando decidí irme, aún más degradado y fue entonces, después de dos docenas de pitillos, que ella cruzo esa puerta, a prisas, cansada y alegrándose, gritó: -cariño, gracias por venir-
Dudo, de si un hombre esa noche hizo acampada libre en su tienda o no. Nunca lo sabré.

La cogí del brazo y empecé a cantar…

Y yo que hasta ayer sólo fui un holgazán
Y hoy soy guardián de sus sueños de amor
La quiero a morir...
Puede destrozar todo aquello que ve
Porque ella de un soplo lo vuelve a crear como si nada, como si nada
La quiero a morir...

martes, 28 de diciembre de 2010

Yo también tengo un blog. Sin lucro.




          Nunca tuve un diario. Jamás escribí mí día a día en ningún sitio. Ahora, creo que tampoco lo hago, pero hoy, yo, tengo un blog, éste. Donde aún no se por qué razón, exporto ideas; inventos, mentiras, verdades, recuerdos, sueños, historias imaginadas, palabras, casi todo son palabras. Frases, que a veces, consiguen ser oraciones.  

Escritos públicos, de débito privado. Comentados, por vosotros, cosa que agradezco, aunque sé, que como con todos, sois benévolos. Viajando por un sin fin de blogs, he constatado, a escondidas, que siempre o casi, los comentarios que se dejan por cada post son indulgentes con la literatura, afectuosos con el publicador, afables, generoso y a veces incluso complacientes. La crítica no abunda. Escasea en todo caso. Quizás, porqué como yo, una mayoría es gente, que seguramente jamás, llegará a divulgar una obra con interés para una pluralidad.  Gente, incapaz de criticar algo que saben, con seguridad, que lo que ellos hacen está igual o peor, que lo apostillado. Por eso y por qué es más fácil decidir quedar bien.

Dudo de si la anfibología de este texto sea que me critiquéis. Pero si es vuestro deseo, que puedo hacer yo a parte de borrar el comentario o intentar aprender de vuestro juicio, siempre, que sea constructivo. Sino, lo dicho. En fin, que yo, también tengo un blog. También comento por aquí y por allí y también me comentan (poco pero muy agradecido). Sé que en la inmensa mayoría de blogs los comentarios son alabanzas o elogios demasiadas veces interesados por su reciprocidad. Por eso y por la anónima personalidad de los egos leyentes, creo que todos los comentarios si estuvieran expuestos a intereses serían distintos. Quizás, es por esto mejor, que no haya lucro.  Yo también tengo un blog. Sin lucro.        

lunes, 27 de diciembre de 2010

Las mandarinas.


              En mi cuerpo, a parte de los lunares hay, escondidos, un par de tatuajes. Las mandarinas en invierno, están muy ricas. Aunque frías, para mí, es un placer poder pelarlas impregnando mis manos de su aroma. Pero perecedero, ese olor, se va como se fue el tierno perfume que desprendía mi hija al nacer. Ese que duro a penas unas horas, olía a pan, a pan recién hecho. Inconfundible y creía que inolvidable. Pero recuerdo a que olía, no el olor. Por eso, hay en mi cuerpo un tatuaje con el dibujo de su nombre, escondido, y a veces, se me pierde la vista allí, sin mirar nada, solo recordando. Una sonrisa se dibuja en mi boca. Feliz 2011.       

jueves, 23 de diciembre de 2010

Felices fiestas.

Llegan las fiestas. Ya le tenemos el pie en el cuello a este 2.010 o nos lo tiene él a nosotros. La crisis global ha azotado con fuerza devastadora mí país. Ha conseguido hacer tambalear los pilares de nuestra economía y todos hemos tiritado, algunos incluso, han sido derrumbados. Los fuertes no. La culpa ¿a saber? Se dice que es de las entidades financieras. Pero tiempo hace ya, que han vuelto a los beneficios y a sus propagandas, a los dividendos, gracias a la rentabilidad que consiguen con nuestro dinero, jugándoselo por aquí o por allí. Sin vergüenza, sinvergüenzas.  Mientras lo demás seguimos igual o peor. Luchando para subsistir, con hachazos por todos lados. Intentando frenar la hemorragia, de las heridas que no sanan y supuran, infectadas por una sociedad caprichosa y consumista.
Llega navidad, regalos para todos. Nació nuestro señor. ¡Vaya explicación! Inútil, para mí comprensión. Felices fiestas.        

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Hoy, día internacional de la salud.

martes, 21 de diciembre de 2010

Reloj

Llevo el reloj en la mano izquierda. Hoy he tomado la decisión de ponerlo con la esfera en la parte de debajo de la muñeca. ¿Por qué? No lo sé. Quizás, para no ver tan a menudo como se me ausentan los minutos, de esta mi única vida. La culpa es de las canas. Que ya han encontrado un sitio en mi cabeza, y ganan espacio, igual que lo hace el cemento a la vegetación.

Puedo asegurar, que estos pelos color ceniza, no nos quedan a todos igual que Clooney. Algunos, menos afortunados que él, en varios aspectos, aunque yo, por suerte no duermo con un cerdo, por animal de compañía que se le llame, estos pelos en vez de hacernos más sexys, lo único que consiguen es, hacernos parecer más viejos. Y eso, es realmente jodido. Si dios existe, que no lo afirmo y sí lo dudo, es injusto. Por eso y mil magnánimas –como decía un amigo- razones más.

Por llevarlo ahora como lo llevo, es decir, donde esta la información boca abajo, voy un poco a deshora, he desayunado a las doce y que ese yo a qué hora voy a tener que comer, pero lo que más me preocupa es no saber a que hora tengo (si es que la tengo) mi ración de sexo, aunque no se si eso es por situar el tiempo al revés o por las canas. ¡Cuantas excusas!   

lunes, 20 de diciembre de 2010

Un sentimiento.


En la televisión autonómica de Cataluña, hacen un programa que se llama: “el convidat” (el invitado). Se trata de algo similar a la sombra que hace Juan José Millás en el dominical de El País, pero en formato televisivo. Convive el presentador, un fin de semana, con alguna persona famosa. Esté ultimo programa lo hacía con los Estopa. Durante una parte de la entrevista, le preguntó a José, el mayor de ellos, si aún, después de lo ocurrido, seguía siendo socialista. Él, con sinceridad y medio perplejo, respondió que sí. Que él era socialista, como su abuela, de corazón. Dejaba ver, que por mucho que pase y aunque hayan mal gobernado, esto, para algunos, es un sentimiento, una creencia.

Dudo, de mi confianza hacía los socialistas. No, hacía el socialismo, por arcaico que suene. La igualdad, todavía es una quimera, incluso en justicia, queda trabajo por hacer. Muchos de los socialistas, lo son, porqué fueron los que perdieron; ellos, eran los buenos, los humildes, los más humanitarios, los que creen en las reformas sociales, en la igualdad; de todo y para todos. Como he dicho anteriormente, se es, por sentimiento, por fe incluso. No por poder, ni por sueldo. He aquí la coyuntura. Donde los socialistas dejan el socialismo, y pasan a ser jornaleros de intereses gubernamentales o de oposición ansiosa. Sino, porqué estas prisas para hacer el PSC algo nacionalista, sin democracia interna ni de partido. Olvidando, que quién vota este partido, una inmensa mayoría, lo vota por la S, y no, por la C. Aunque no por ser socialista, debas sentirte menos o más, catalán o catalanista, ni deban hacértelo sentir. La implosión que esta sufriendo el partido tiene que servir para renacer, no para continuar con los mismos muertos vivientes, los mismos cadáveres, intentando morder a los sanos, con su veneno poderoso. Contaminándolos, con la avaricia de poder y dinero, de ver el partido; como un negocio. Debe ser para ellos, un trabajo, no un sueldo. Sino, que diferencia hay con los demás, si gobernando, lo han hecho incluso peor. YES WE CAN (CHANGE). 

Como escribió Miguel Hernández:

Pintada, no vacía. Pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y desgracias. Regresará del llanto donde fue llevada con su desierta mesa, con su ruinosa cama. Florecerán los besos sobre las almohadas. Y en torno de los cuerpos elevará la sábana su inmensa enredadera nocturna, perfumada. El odio se amortigua detrás de la ventana. Será la garra suave. Dejadme la esperanza.   



          

viernes, 17 de diciembre de 2010

Consumismo.

Tengo varios calcetines de verano, otros de otoño, y unos de invierno. Unas chanclas, unos zapatos, un zapatillas para correr otras para vestir, unas para correr por el bosque, unos botines y unas botas Gore-tex. Media docena de pantalones cortos, media más de tejanos, algunos de hilo, otros de pana y unos para la montaña. Un montón de polos, alguna camisa, más camisetas (casi todas negras), un par de térmicas y como no, también alguna imperio. Jersey negros cinco o seis y tres o cuatro de colores varios. Alguno de lana y alguno cuello alto. Una chaqueta de pana, una de piel, un anorak, un soft shell y algún impermeable. Bufandas y otros atuendos también. Un reloj para el día a día, otro para el domingo y otro para el deporte. Unas ray-ban. Un Mobil.  Un mp3. Un portátil. Un auto. Una moto. Una bici de montaña y otra de carretera. Diferentes obras de arte, de poco valor, ya sean pinturas o esculturas, un sinfín de libros. Algunas telas vacías y otras mal pintadas. Una consola. Y un cúmulo de cosas que me descuido de nombrar.  Lo que no tengo, es si tengo claro, si la culpa es mía o del consumismo. 

martes, 14 de diciembre de 2010

Emborracharse.


Uno, se puede emborrachar por distintas razones y de diferentes formas. Con incomparables alcoholes logras un estado de embriaguez semejante. Curioso. Esa noche decidí, hacerlo a chupitos y con ron.

No sabía donde empezaban mis problemas ni mucho menos, donde terminarían. Parecían infinitos. Y llegar hasta el infinito parece imposible, aunque no sé si lo es. Mientras bebía solo, me dí cuenta que hay dos tipos de hombres. Unos son los que inmediatamente después de tomarse el chupito vuelven a llenar el vaso, los pondríamos llamar: los previsores. Los otros, en los que me encontraba, eran, los que dejan el vaso vació hasta que deciden volver a tomar; los incautos. Intentaba reflexionar, sobre mis problemas y sus soluciones, cuando por obra y gracia del ron, llegué a la cuenta que el único y existente problema era yo.  Lo descubrí al intentar tomar el trigésimo tercer vasito.  Me resultaba imposible llenarlo. Ese pulso traidor no acertaba a meterlo dentro y como beber de la botella es feo, lo dejé allí, como buen incauto. Aprendí la lección. Debía ser del primer grupo, esos, que llenan el vaso nada más terminarlo; de los previsores.  

Uno, se emborracha, la mayoría de veces para olvidar el problema, no para solucionarlo. Hay casi tantas formas de emborracharse como soluciones para un solo problema, lo realmente curioso es encontrar la lucidez en un estado enajenación. A mí me paso, aunque no lo recomiendo.  

lunes, 13 de diciembre de 2010

Tres, a veces, no son multitud.

Hacía ya días que mí chica (¡Qué posesivo!) mejor: la mujer con la que convivo (Qué poco romántico). Es decir, con la que nos aguantamos mutuamente (Demasiado realista). Maldita monogamia. Maldito catolicismo. Maldita moral. En fin, me venía contando con un entusiasmo extraño, la incorporación en su empresa de una maravillosa compañera.  Yo, aguantaba, escuchando con estoicismo, todas las virtudes que en ella brillaban y en mí también, pero por su ausencia.

Incite de forma disimulada a que la invitara a cenar; para conocerla. Una cena magnifica. Divertida, con conversaciones distendidas, alegre, serena y sensata. Una mujer magnifica, en definitiva. Compartíamos opinión. La mía, a parte, seguramente un poco más machista, creía; que estaba buenísima. Y de repente, la iluminación: tres, a veces, no son multitud.  Desde ese mismo instante invertí todo mi esfuerzo, en organizar una salida con el yate de mis padres, un fin de semana. Eso sí; caluroso.  

Y llegó el día, como llegan los higos después de las brevas. Todo lo tenía apunto. El barco, el aperitivo, una cena exquisita con un buen vino, un postre con fresas y nata y un par de botellas de champán, frías, casi demasiado. Las lleve a una cala cercana, tiré el ancla y dispuse la jugada. El anzuelo estaba en la pecera. Solo yo, sospechaba como acabaría la noche. Por fin, cumpliría mi sueño, y el de la mayoría de los hombres.

Cuatros horas después y cinco botellas de champán, tres de ellas a temperatura ambiente, es decir, calientes, me encontraba totalmente borracho en el camarote. Parecía, el de los hermanos Marx. Pero yo, no levantaba cabeza. Y como la brisa entra en la playa, el romanticismo o el erotismo entro en nosotros. Ellas, se empezaron a besar yo, intentaba introducir alguna mano en medio, pero me apartaban, estaba casi no nocaut por lo bebido y me tiraron de la cama. La cuenta llegó a diez y continuaron sin mí.

Descubrí, que a veces, tres es multitud. Desde entonces, ellas son dos y yo uno.             

Sin argumento.

Tu ruido es para mí.
Conclusión sin argumento.
Para ti es mi sonido.
Consecuencia de razonamiento.

Deducción de resultado.
Calculo de presunción.
Inocencia edulcorada.
Diplomacia de las almas.

Aliento de cadáver.
Calavera con peluca.
Maquillado el haber.
Grasiento y putrefacto.

Falacia de mi pasado.
Calumnia del pecado.
Cuchara de sal gorda.
Montón de estiércol.
Motel del desamor.
Cierto muerto sin lapida.
Rápida autopsia al cuerpo.
Burdel del dolor.

Tu sonido sin argumento.
Mi ruido con razonamiento.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Los cables.

¿Quién sabe lo que son los cables? De allí, salen verdades como puños. Verdades, que los ciudadanos llanos, leemos un día tras otro, sin acordarnos casi, de lo que decían una semana atrás. Hoy: Que si tilda, la ministra de exteriores, a Chávez de “payaso” (vaya lumbreras, por la ocurrencia digo) o Moratinos dice, que Morales es un ignorante (otro gran pensador). Quién sabe qué dirán mañana. Pensamientos públicos, de gobiernos, llenos de secretos, ahora destapados.

Seguramente, lo dicho, si preguntáramos por la calle, que es lo que más ha sorprendido de estas conversaciones destapadas, no se preguntarían ni siquiera, que toda esta información, salga de unos cables. ¿Quién sabe lo que son los cables? Esas fuentes de verosimilitudes y que ese valiente ya encarcelado, ha dejado fluir. Sin que arrastren en contra de lo que a mí me parecía, mucho lodo (por no decir mierda).

Somos marionetas de carne. Sin hilos visibles pero con cadenas invisibles. Victimas de una sociedad que como en el salón de nuestro hogar, lo disponemos todo, solo, para que ya sea el televisor o el fútbol, nos distraiga de las ataduras, que por mentiras de sarnosos creamos necesarias, para disfrutar del estado de bien estar. Tragamos tanta información basura o no, que no tenemos tiempo, de digerirla. En seguida la cagamos, olvidándonos de ella, mientras se va retrete abajo, o por suerte reciclada, quién sabe donde. Por esto, casi siempre, la sangre no llega al río. Cuando debería llegar al océano, teñidlo.      

lunes, 6 de diciembre de 2010

Destino.

¿Mi destino eras tú?
¿O era yo tu camino?
¿Somos un viaje?
¿O en este mundo un enclave?
¿Somos nada?
¿O es la estada?
Pensamientos, impulsos...
Envites de los vientos.
¿Tenemos un destino?
¿O tenemos dos?
Es el tuyo.
Es el mío.
¿O no es nuestro?
Ostentación invisible.
Permisible deliberación.
Ruta puta algo pura,
A la verdad engañosa y dura.
Vergonzosa cruz; axioma y falacia.
Anestesia; esta vida mía.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Marchar.

Y te fuiste.
Como se va la brisa.
Como se va el olor.
Como se va la vida. 

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Y quién sabe.


Esta es una fotografía de Richard Avedon. Por título: Stephanie Seymour, Model, New York City, 1992. Qué salió a la venta para sufragar la fundación Avedon.
No sabemos, si el señor que está inclinado leyendo el cartel indicativo, se sacó el abrigo antes o justo al llegar a esa foto. Torcido un poco hacía adelante, observa por encima de sus lentes las palabras justas que dan nombre a esta obra de arte. Debe ser, que las gafas no son progresivas y prefiere forzar un poco su cansada vista, antes, de perder tiempo cambiando de gafas. Estar demasiado rato fijándose en este trabajo, sería, sospechoso para los demás visitantes. El cuadro hace de espejo y vemos, que el señor va solo, eso empeora las desconfianzas. Por la sombra de la pared, descubrimos, que se  refriega la yema de los dedos, como si estuviera cavilando algo ¿Un anhelo? ¿Una quimera? ¿Un ratito con esta modelo? Quizás, a saber. Puede, que no conozca el idioma y procure, entender el cartel. El hombre por sus atuendos, parece, de clase alta, de unos cincuenta y tantos o sesenta y pocos, banquero, senador o gerente de una multinacional. Alguien lejos de casa, que no sabe qué hacer con esas horas entre el fin de la jornada laboral y la cena. Una persona que seguramente, el único cartel que ha leído en toda la exposición, sea este. Sorprendido, como yo, por como la modelo se levanta la falda, llevando un vestido tan transparente. Realmente bella, blanca como de seda y ciertamente definida de mujer. Con un fondo, que a ciencia cierta, si no volvieses a mirar no recordarías, si en él, había algo, era liso, blanco, negro o gris. Es gris y liso. Como su mirada. Como los cuadros que en ella se reflejan, y que a nadie, por lo que se ve, interesan. Y mientras, el hombre, sigue allí, como estudiando el nombre, por si al salir y por fortuna del destino, se cruzara con ella en el ascensor, y él, pudiera, en tono seductor llamarla por su nombre, invitándola a cenar. Y Quién sabe. 

Deshabitado.

Me dejado abatir por ese lugar.
En el cual nosotros dos,
Cruzábamos las horas.
Rincón  privado de nuestra ciudad.

Te he vuelto a extrañar de nuevo.
Despojado del escondite donde te dije:
Lo tanto que te quería,
Lo tanto que te quiero.

Y me siento solo y abandonado.
Pensando lo que pudo ser y no fue.
Añorado de esos tiempos pasados.

Dejo caer una lágrima, verdaderamente salada.
Sollozo sabiendo que los duros no lloran.
Blando yo, una gota una pizca, me gana.
¿Quién sabe, afortunado, donde discurrirás?

El tiempo me ha cambiado.
Aunque ya encadenado procuro,
Olvidar el equipaje pesado.
Tus labios, tus besos, mi pasado.

Sentado en corro, al lado de un abuelo solo,
Observo el futuro a los ojos.
Y regalo mi vida a la muerte; deshabitado.