martes, 14 de diciembre de 2010

Emborracharse.


Uno, se puede emborrachar por distintas razones y de diferentes formas. Con incomparables alcoholes logras un estado de embriaguez semejante. Curioso. Esa noche decidí, hacerlo a chupitos y con ron.

No sabía donde empezaban mis problemas ni mucho menos, donde terminarían. Parecían infinitos. Y llegar hasta el infinito parece imposible, aunque no sé si lo es. Mientras bebía solo, me dí cuenta que hay dos tipos de hombres. Unos son los que inmediatamente después de tomarse el chupito vuelven a llenar el vaso, los pondríamos llamar: los previsores. Los otros, en los que me encontraba, eran, los que dejan el vaso vació hasta que deciden volver a tomar; los incautos. Intentaba reflexionar, sobre mis problemas y sus soluciones, cuando por obra y gracia del ron, llegué a la cuenta que el único y existente problema era yo.  Lo descubrí al intentar tomar el trigésimo tercer vasito.  Me resultaba imposible llenarlo. Ese pulso traidor no acertaba a meterlo dentro y como beber de la botella es feo, lo dejé allí, como buen incauto. Aprendí la lección. Debía ser del primer grupo, esos, que llenan el vaso nada más terminarlo; de los previsores.  

Uno, se emborracha, la mayoría de veces para olvidar el problema, no para solucionarlo. Hay casi tantas formas de emborracharse como soluciones para un solo problema, lo realmente curioso es encontrar la lucidez en un estado enajenación. A mí me paso, aunque no lo recomiendo.  

2 comentarios:

7 dijo...

Es extraño volver a escribirte, es extraño volver a publicar. Eso del alcohol a mí no me sirvió, sin embargo, sobrio, me volví a cruzar... desde que conoces mis escritos, ¿cuántas veces me cruzo ya con 9? ¿Irónico, verdad? Qué mas da. Ahora soy yo el que vive en otro país.

Jou McQueen dijo...

Cures. ¿Producto de la casualidad?
7, tú debes saberlo. Es bueno volverte a tener por aquí.
Un saludo.