Un grupo de amigos, decidimos, a pesar de que el cielo, amenazaba tormenta, ir hacer una excusión en bicicleta de montaña.
Debían ser las cinco de la tarde. Salíamos desde mi casa, dirección al pueblo vecino. Allí cogimos una carretera secundaria, con un puerto corto pero intenso. Unos cinco kilómetros al 8 o 9 %. Intenso por el entrenamiento que llevamos todos. En seguida fuimos perdiendo el aliento, i el grupo como tal, se fue rompiendo. Cada uno a su ritmo y guardando por lo que pudiera venir. No os diré mi posición por que es irrelevante. Al llegar arriba nos reagrupamos, tomamos algo de beber i charlamos de lo cansados que estábamos, casi todos.
El descenso, es bueno para cualquier ciclista, aunque en seguida dejamos la carretera y cogimos un camino de bosque, que menospreció bastante los brazos. Nos adentramos entre los robles y las encinas. Todo estaba realmente bonito y verde, después de las lluvias de los últimos días. La primavera ha entrado con fuerza y muy humeada este año. Con una gran variedad de verdes. El terreno se volvió muy llevadero, toboganes de pocos metros y mucho llano. Con una temperatura fresca, pero no fría, sobre los quince grados. Para pedalear es estupendo.
Al salir de una curva, un campo de trigo fue reconocido por un compañero. Descubrió un rincón por donde había pasado años atrás, el cuál había guardado en la memoria, y hoy, lo reencontraba. Como te reencuentras a veces por la calle, con alguna ex novia de la que aún guardas un grato recuerdo. Nos contó, sorprendido, que en aquel prado, su abuelo lo traía a buscar setas. Y siempre, al finalizar la jornada y con la cesta llena, lo acercaba a un monolito que había al lado del camino, con unos nombres escritos. Y le contaba aquella historia, que casi nunca por su niñez alcanzaba a entender, ¿Cómo podía haber allí alguien muerto, conocido de su abuelo? En seguida nos pusimos ha buscarlo, con intención de poder leer los nombres y acercarnos, un poco más a nuestra historia más reciente. Cinco nombres y cinco apellidos, reconocidos por nosotros como presentes aún hoy en familias de nuestro pueblo, y una explicación debajo, donde se podía medio leer: “Asesinados por los rojos el 3 de febrero del …” el año no se leía, pero el historiador del grupo, nos aseguro que debía ser a finales del 38 o el 39.
Durante el tramo que restaba hasta casa, estuvimos hablando de la guerra civil y las vivencias que nuestros abuelos nos habían contado. "Una bala le entro por un mejilla y le salió por otra a mi abuelo, una bala de los rojos, por eso los odiaba a muerte. Al mío, los franquistas lo estuvieron a punto de matar, suerte, que cuando los rojos entraron en el pueblo, él, intento parar la barbarie y salvó alguna vida, luego le devolvieron el favor. Al mío se lo iban a llevar pero gente del pueblo se interpuso por él. El mío era muy joven" y así un buen rato. Cuando casi llegábamos, en una bajada larga, el compañero dijo: Ahora, iré a ver a mis abuelos, y que me vuelva a contar la historia, a ver que pasó. Luego cenando os lo cuento.
A la hora de cenar, ya venía con los deberes hechos. En la cena nos lo contó; Resulta que eran hombres de nuestro pueblo, que cuando los rojos los llamaron a filas, al ser de entre 40 y 50 años, y ver, que las tropas franquistas no tardarían en entrar al pueblo decidieron, esconderse en el bosque hasta su llegada, para no tener que combatir. Una madrugada al sentir un camión pasar por aquel camino de bosque creyeron que eran los franquistas y salieron gritando ¡Viva Franco! Pero resulta que eran rojos en retirada. Allí mismo los mataron a balazos. En esa cuneta y por ese cruce de desdichas. Un día más tarde, las tropas franquistas entraban en nuestro pueblo.
¡MALDITAS GUERRAS! Que no caigan en el olvido.
Gracias a los compañeros por esa bonita excursión por el bosque, y por la memoria.
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