Lo normal, lo extraño.

Tengo un amigo, que estuvo un par de años encerrado, como secuestrado, en el piso de una novia que se había echado. Día y noche allí. Si lo querías ver, tenía que ser en el trabajo, o durante el trayecto de casa de sus padres al hogar de ella. ¡Adelgazo! Y al dejarla, esa mismo sábado de madruga, de vuelta ya de mucho, nos explicó; que follaba cuando tenía ganas y cuando no ¡Que era una bárbara! Yo, aún no se porqué acabo con esa relación, quizás, fuera tema de salud.

Otro amigo, con pareja estable desde tiempo atrás, aprovechando el brote de sinceridad que había en el ambiente, nos contó; que no follaba con ella, desde hacía mucho. Aunque eso, no significaba que el chico no follara, se ve, que lo hacía más que nunca. Tenía una amante, que le daba morbo, que fuera él adultero y ella la razón. Solo, por eso, no dejaba a su pareja. Así en cada encuentro, él, únicamente tenía que decirle: mi novia es tan insoportable, y ella, ya se ponía como una moto. Seguramente, Sonia, la pareja, hacía lo mismo por otro lado.

El domingo, de resaca, estuve meditando sobre las conversaciones que habíamos tenido. Después de darle muchas vueltas, me apunté en la agenda para el día siguiente, pedir hora al psicoanalista. La normalidad de mi vida, me preocupaba. Nunca creí en el adjetivo: Normal, y ahora, me pesaba como una losa. Mi rutina era tan normal, que parecía extraña.

En la visita, al contarle que yo carecía de amante y de ganas de tenerla, el “psico” (da miedo llamarlo así) se apresuro en buscarme un hueco en su apretada agenda, próximamente. Estoy seguro que es culpa del capitalismo que tenga que volver a visitarme, lo que no sé es, si lo hace por el dinero o por mi poco sentimiento capitalista sexualmente manifestado. Quizás, todo.