Mi perra preferida.

El euro está, en su momento más bajo. Los economistas, esas personas desconocidas, que a veces se dejan ver, para explicarnos a los mortales, el funcionamiento mundial de la economía y sus porqués, (esperemos que sean mejor con los números que con las explicaciones) dicen, que un euro son un dólar con veintitrés centavos, yo, de momento les creo. Vaya a ser lo mismo, que si yo tengo un euro y lo cambio, pasará a ser esa cantidad en dólares. Y más, han dicho, que sigue a la baja.

Esta mañana, tenía 20 euros en el bolsillo y al conocer la noticia, para reafirmar mi fe hacía ellos, he corrido a cambiarlos al banco. Era justo tal y como ellos lo habían contado, 1 euro = 1.23 dólares. El banquero, serio me ha dicho; ¿está usted seguro? Ahora no es un buen momento para hacer el cambio, si no tiene usted preparado, ningún viaje próximamente. Yo, he contestado; ¿es suyo el dinero? Pregunta retórica, que él, no ha comprendido. Se ha puesto un poco borde y ha intentado seguir dándome explicaciones. Le he preguntado si es que no tenía dólares. Él, soberbio, ha dicho; ¡pues claro que sí! Vamos, pues, ya me los puede cambiar. Y lo ha hecho. Supongo que debía pensar que yo era realmente tonto. Quizás lo sea.

Ahora tengo, 24.60 dólares que no me sirven de nada. Esperemos, que el euro, optimista yo con él, creyente de ellos, siga bajando, y de aquí unos días, pueda volver a cambiar ese dineral, ganando algo. Si no es así, dejaré de creer en los economistas, como dejé de creer en Díos; cuando se llevo a mi perra preferida. ¡Maldita fe! ¿Porqué es tan ciega?